sábado, 19 de julio de 2008

¿PARA CUANDO UNA CALLE QUE SE LLAME "SARGENTO MAYOR CICERON QUIROGA" EN LAS NOMENCLATURAS Y SITIOS ARGENTINOS?


Parece mentira que todavía hoy, en 2008, se ponga en tela de juicio si Juan Manuel de Rosas merece o no ser recordado en algún espacio público de la ciudad de Buenos Aires, o en cualquier otro lugar, por supuesto. Esa duda es la huella más representativa de la educación liberal a que fue sometido el pueblo desde que sus hombres y mujeres iban a la escuela primaria. Ya más adelante, el adoctrinamiento era más fino y preciso, acorde, desde luego, al crecimiento intelectual que daban los años.

El ocultamiento -y la resistencia- a la revalorización del Restaurador de las Leyes va de la mano de otros tantos olvidos manifiestos de patriotas aún menos conocidos que él. Existe una enorme cantidad de valerosos criollos de cuño federal que quedaron sepultados por la ignorancia, la deformación explícita, cretina y canallesca. Hombres de los que apenas sí se tiene una vaga y difusa impresión; algunos jamás fueron retratados, ni homenajeados ni tenidos en cuenta, pese a que dieron lo mejor de sí.

Por eso se celebra un acto tan simple pero significativo como es el de denominar con el nombre de alguien una calle, un monumento, una localidad, un paseo público, una estación de trenes o subtes. Juan Manuel de Rosas fue reivindicado en alguna medida no hace tanto, al llevar una estación de subterráneos porteños su ilustre nombre. Pero, ¿es suficiente eso? ¿Qué hay de su reparación histórica, de su legado nacionalista? En la calle, por desgracia, su sola mención causa una repulsa incomprensible aunque pacientemente elaborada por la pedagogía colonial de sus vencedores de adentro y de afuera.

Cuando en 1857 se le montó en su contra un juicio espectáculo en ausencia, por el cual se lo declaró "traidor a la Patria" a Rosas, el argumento del diputado unitario salvaje Nicolás Albarellos fue el siguiente:


"Rosas, señor, ese tirano, ese bárbaro, no era considerado así por las naciones europeas y civilizadas, y pasando ese juicio a la posteridad se pondrá en duda, cuando menos, esa tiranía bárbara y execrable que Rosas ejerció entre nosotros.

"No puede librarse a la Historia el fallo del tirano Rosas. ¿Qué dirá la Historia cuando se vea que la Inglaterra ha devuelto a ese tirano los cañones tomados en acción de guerra, y saludado su pabellón, sangriento y manchado, con una salva de 21 cañonazos? La Francia, que hizo causa común con los enemigos de Rosas, que inició la cruzada en la que figuró el general Lavalle, a su tiempo lo abandonó, y trató con Rosas, y también debió saludar su pabellón con 21 cañonazos.

"Yo pregunto, señor, si estos hechos no borrarán en la Historia todo cuanto podamos decir los enemigos de Rosas, si no lo sancionamos con un acto legislativo como esta ley.

"¿Qué se dirá en la Historia -y esto es triste decirlo- cuando se sepa que el valiente almirante Brown, el héroe de la marina de guerra de la Independencia, fue el almirante que defendió la tiranía de Rosas; que el general San Martín, el vencedor de los Andes, el padre de las glorias argentinas, le hizo el homenaje más grandioso que puede hacerse a un militar, entregándole su espada?

"¿Se verá a este hombre, Rosas, dentro de veinte o cincuenta años, tal como lo vemos nosotros a cinco años de su caída, si no nos adelantamos a votar una ley que lo castigue definitivamente con el dicterio de traidor?

"No, señor. No podemos dejar el juicio de Rosas a la Historia, porque si no decimos desde ahora que fue un traidor, y enseñamos en la escuela a odiarlo, Rosas no será considerado por la Historia como un tirano, y quizás lo sería como el más grande y glorioso de los argentinos".


Nada más se puede agregar para intentar comprender por qué Rosas es despreciado...

¿Y qué hay del general Jerónimo Costa o de Severo Chumbita? ¿Y del sargento mayor Cicerón Quiroga? Éste fue colaborador de Ángel Vicente "chacho" Peñaloza, y luchó con él cuando la batalla de Aguadita de los Valdeses en 1863. Allí perdió el "Chacho", y se le tomaron muchos prisioneros, entre ellos Cicerón Quiroga. Ya bajo el poder del uruguayo y mitrista comandante Ambrosio Sandes, Quiroga fue pasado inmediatamente por las armas, según el Registro Oficial de la provincia de La Rioja, Tomo III, páginas 125/6. Corrieron la misma suerte el teniente chachista Nemoroso Moliné y el ayudante mayor don Carmelo Rojas, entre otros. ¿Qué geografía, nomenclatura o recoveco los recuerda a estos patriotas?

Ni el honesto y corajudo coronel Ciriaco Cuitiño es mencionado ya. Hasta los lugares donde pasó gran parte de su vida fueron tirados abajo, como la vieja pulpería "La Paloma", la cual frecuentaba y que se situaba cerca de donde vivía, en el barrio de San Telmo, Buenos Aires. Hasta la década de 1960 se tienen registros del lugar entonces derruido, echado al abandono más escandaloso, antes de que las piquetas y el despropósito hicieran el resto.

Otro gran olvidado en los lugares públicos argentinos es José Santos Guayama, el leal teniente coronel del caudillo Felipe Varela, quien ni en su San Juan natal parece ser recordado. Menos podría esperarse una reivindicación hacia su persona colocándosele el nombre suyo a una calle de cualquier ciudad argentina. ¿Por qué no recordar al gobernador de Santiago del Estero, el general rosista Juan Felipe Ibarra? ¿Y al santito federal Antonio "el gauchito" Gil?



En Agosto de 2006, el Salón de Actos de la Municipalidad de Lomas de Zamora, en la provincia de Buenos Aires, estuvo cerca de llamarse "Mariscal Francisco Solano López", en lugar de Bartolomé Mitre, su actual denominación. Con furia reaccionó el periódico fundado por Mitre, "La Nación", al enterarse de esta modificación. Casi a finales de 2007, el Ejército Argentino tuvo un gesto elogiable: llamó "Mariscal Francisco Solano López" al Grupo de Artillería Blindada 2, de Rosario del Tala, Entre Ríos.

Jerónimo Costa, por ejemplo, había alcanzado el grado de general cuando la Confederación Argentina, sin embargo pasó a la posteridad con el mote despectivo de "cabecilla de anarquistas", merced al siguiente documento escrito por los "civilizados" Pastor Obligado, Valentín Alsina, Bartolomé Mitre y Norberto de la Riestra en 1856, poco tiempo después de que Costa desembarcara en la localidad de Zárate con 150 criollos para combatir al unitarismo masónico gobernante luego de Caseros. Nótese el vocabulario empleado, tal la divisoria marcada por el infame y desarraigado Sarmiento:

"Habiendo desembarcado en el territorio del estado un grupo de anarquistas, capitaneado por el cabecilla Jerónimo Costa, con el criminal objetivo de atentar contra la autoridad constitucional del mismo, para suplantar a ésta la del terror y barbarie que caducó con el triunfo de Caseros, y siendo necesario que el castigo de tan famosos criminales siga inmediatamente a la aprehensión de los mismos, a fin de dejar sentado un saludable ejemplo para lo sucesivo y satisfecha la vindicta pública que tan enérgicamente se ha pronunciado contra los mismos:

"1° Todos los individuos titulados jefes que hagan parte de los grupos anarquistas capitaneados por el cabecilla Costa y fuesen capturados en armas serán pasados por las armas inmediatamente, al frente de la división o divisiones en campañas, previos los auxilios espirituales.

"2° Los de capitán inclusive abajo, serán remitidos con la seguridad conveniente a disposición del gobierno, para que tengan entrada en la cárcel pública, hasta nueva disposición, salvo aquellos que por circunstancias agravantes deban ser comprendidos en el artículo 1°, en cuyo caso se ordenará lo conveniente.

"3° El ministerio de guerra y marina queda encargado del cumplimiento de este acuerdo, así como de hacerlo saber a los jefes en campaña.-

"Pastor Obligado, Valentín Alsina, Bartolomé Mitre, Norberto de la Riestra".


La violencia del terror y la tiranía unitaria amoldaron a los educadores del nuevo orden, y éstos a la ciudadanía. Y uno de esos adoctrinados en la mentirosa versión liberal y marxista de la historia tuvo un claro exponente al momento de votarse, en días pasados, la ley que permitió la denominación "Juan Manuel de Rosas" a una estación de subtes de la línea B. Un total de 40 votos a favor contra 5 abstenciones dio el veredicto. Ahora, ¿quién pudo abstenerse a la reivindicación del insigne patriota y defensor de la soberanía nacional? Sí, el comunista y progresista de buen pasar y máximo responsable de las 194 víctima del boliche República Cromagnón, Aníbal Ibarra, en su condición de diputado de la ciudad de Buenos Aires.

¡Cuándo no, uniéndose, en el pensamiento antiargentino, los progresistas con los liberales más recalcitrantes! El diputado unitario salvaje Albarellos ayer, sumado al ex jefe de Gobierno porteño Ibarra hoy, siguen predicando la envenenada postura del miserable sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento.

lunes, 7 de julio de 2008

UNA VISION CRITICA SOBRE EL 9 DE JULIO DE 1816 Y SU CONTEXTO

Esta imagen de la Casa de Tucumán, donde se declarara la Independencia en 1816, es la más antigua que se conoce. Fue sacada por Ángel Paganelli en 1869. Nótese el estado de abandono al que había estado expuesto el lugar histórico.

El 9 de julio de 1816 la historia nos señala que hemos declarado nuestra independencia como nación, tras un largo proceso que, con bastantes intrigas, parece tener su inicio el 25 de mayo de 1810 cuando la denominada "Revolución de Mayo". Juzgados así los seis años comprendidos entre éste y aquél episodio, todo cierra a la perfección. Bien se trataría de una sucesión de acciones con final feliz, con buenos y malos, con próceres intocables y con nombres apenas sí mencionados. Sin embargo el devenir histórico le deparó a la Argentina un cúmulo de fracasos y pérdidas territoriales, que al día de hoy siguen su catastrófico derrotero. ¿Qué pasó? ¿Por qué si hecha una revolución y declarada la independencia, la Patria perdió el Alto Perú pocos años después? ¿Y la Banda Oriental? ¿Y las antiguas Misiones Jesuíticas y Guaraníes? ¿Cómo explicamos el trágico final de los protagonistas de la tan mentada "Revolución de Mayo"? José de San Martín debe huir del continente americano y Manuel Belgrano muere inmerso en la peor de las miserias. ¿Qué había pasado, entonces, entre 1810 y 1816?

Cabe señalar que al momento de declararse la Independencia en Tucumán, Antonio González Balcarce era Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, o sea, máxima autoridad del país, y de quien se dijo respondía a la Corte de Río de Janeiro, entonces bajo dominio de Portugal, aliado histórico de Inglaterra. Asimismo, hubo varios firmantes del Acta de Independencia el 9 de julio de 1816 que eran de Buenos Aires:


1) Juan José Paso: Diputado por Buenos Aires. Miembro de la masonería.

2) José Darregueira: Diputado por Buenos Aires.

3) Fray Cayetano José Rodríguez: Diputado por Buenos Aires. Miembro de la masonería.

4) Pedro Medrano: Diputado por Buenos Aires. Miembro de la masonería.

5) Tomás Manuel de Anchorena: Diputado por Buenos Aires. ¿Miembro de la masonería?

6) Esteban Agustín Gascón: Diputado por Buenos Aires.

7) Antonio Sáenz: Diputado por Buenos Aires. Miembro de la masonería.


Estaríamos hablando, luego de enumerar a los portuarios que firmaron el Acta en 1816, de 5 diputados masones sobre un total de siete. Una primera advertencia.

Buenos Aires, pese a tanta influencia británica y portuguesa que recibía poco antes de que sus representantes se dirijan a Tucumán en julio de 1816, no fue objetada por el resto de los congresistas. El 26 de junio de 1816, por ejemplo, Manuel José García se encontraba en Río de Janeiro desde hacía un largo año. Erigido como representante de Buenos Aires ante la Corte portuguesa en la nombrada ciudad, García le manda decir al Director Supremo porteño, Antonio González Balcarce, que permita a las tropas lusitanas invadir la Banda Oriental y destruir completamente a don José Gervasio Artigas. Esto, como luego veremos, quedó perfectamente demostrado cuando Buenos Aires mira para otro lado al tiempo que los portugueses, aliados, repetimos, de Inglaterra, invadían la provincia argentina de la Banda Oriental en 1816. Y otro dato más que adelantamos: ningún congresal pareció reparar en esta abominable violación de la soberanía de la Patria, pese a que, supuestamente, estaban empeñados en declarar la Independencia en Tucumán...

Los rumores sobre la entrega de la Banda Oriental, materializados por los infames traidores Manuel José García y Antonio González Balcarce, no pareció limitarse únicamente a las tierras de Artigas, ya que, incluso, aquéllos dos estaban de acuerdo con que la corona de Portugal domine también al resto de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Esto que aquí se plasma no era chiste, pues existen diversas cartas que el ministro inglés Henry Chamberlain escribe desde Río de Janeiro a su superior, el vizconde de Castlereagh, en la que le informa que la división portuguesa que manda el general lusitano Lecor tiene por objeto apropiarse de todas las provincias del antiguo Virreinato de Buenos Aires para anexarlo al Reino del Brasil con el título de "Imperio de la América del Sur". El mismo 9 de julio de 1816, y ante el grotesco escándalo que suponía la entrega total de las Provincias Unidas del Río de la Plata a los portugueses, se le pide la renuncia a Antonio González Balcarce.

Fascímil del plano de la planta urbana de la ciudad de San Miguel de Tucumán, en 1816.

Por lo tanto, enmarañado en una guerra de aniquilamiento llevada a cabo por las fuerzas portuguesas, el Padre del Federalismo Argentino, José Artigas, no puede enviar representantes de Entre Ríos, Santa Fe, Misiones, Corrientes y la propia Banda Oriental al Congreso de Tucumán. A nadie pareció importale demasiado este dato, ni a Manuel Belgrano ni al propio José de San Martín... Parece muy justo decir aquí, pues, que la tal Declaración de Independencia de julio de 1816 no lo era en su totalidad, e incluso que varios de los congresales que le dieron vida no eran muy dignos ni patriotas.


JOSE DE SAN MARTIN APARECE EN ESCENA

Hasta la declaración de la Independencia en 1816, José Francisco de San Martín, en suelo argentino, había peleado solamente en la escaramuza de San Lorenzo, en febrero de 1813. Será su único hecho de armas en nuestras tierras. Luego, entre ese año y 1816 lo encontramos organizando lo que más tarde serán las batallas por la independencia de Chile, Argentina y Perú.

¿Cuál fue el rol de José de San Martín entre 1815 y 1816, al momento de la invasión obsequiada a Portugal de la Banda Oriental? En la conocida obra de José Pacífico Otero, titulada "Historia del Libertador Don José de San Martín", Tomo IV, página 162, dice lo siguiente: "...nada escapaba a su conocimiento, y así como estaba enterado [San Martín] de todo lo que sucedía en la capital argentina, lo estaba igualmente de todo aquello que tenía por teatro las provincias en disidencia militar y política con el Directorio...". ¿Qué quiere decir, que San Martín se enteró de la invasión a la Banda Oriental y a la destrucción de las Misiones Jesuíticas Guaraníes y no hizo nada para defender esa parte del territorio patrio con sus Granaderos? Esta lamentable actitud del General San Martín fue la que permitió que, entre otras cosas, se destruya el pueblo jesuítico de Yapeyú de los Santos Reyes, lo que implicó la destrucción de sus Iglesias, sus casas y sus archivos, entre éstos últimos, como ser, la partida de nacimiento de José de San Martín. No se sabe el verdadero origen de él. ¿O acaso no se dice por allí que su madre pudo haber sido una aborígen?

San Martín, entonces, si nada ignoraba respecto a la capital argentina, como aclaramos arriba, según se desprende de una obra escrita por un historiador que siente admiración por aquél, tampoco desconocía los rumores del ahora ex director supremo Antonio González Balcarce quien, como también lo referimos, fue uno de los promotores de la violación de la soberanía argentina al permitir a Portugal invadir la Banda Oriental. Ahora bien, insólitamente -aunque no tanto- José de San Martín premia a Balcarce nombrándolo Segundo Jefe del Ejército de los Andes que, en poco tiempo más, cruzaría la Cordillera de los Andes y 'liberaría' Chile y Perú... Así lo vemos a Antonio González Balcarce como segundo de San Martín en las batallas de Cancha Rayada y Maipú. ¿Increíble, verdad?

El sucesor de Balcarce como Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata fue el masón y profrancés Juan Martín de Pueyrredón. ¿Qué hablaron San Martín y el flamante director supremo Pueyrredón el día 21 de julio de 1816 en la entrevista que mantuvieron en Córdoba? Tres días estuvieron reunidos en el más secreto silencio. Se da por sentado que a partir de entonces José de San Martín tuvo 'vía libre' para iniciar su "campaña libertadora", pero nada se decía sobre la extrema situación de la Banda Oriental. Además, conociéndose la actitud centralista de Buenos Aires, que renegó y olvidó totalmente a Artigas, ¿por qué ahora prestaba ayuda a San Martín?

San Martín jamás peleó contra los portugueses, siempre lo hizo contra los realistas. Artigas, en cambio, luchó contra españoles y portugueses. Recordarán los lectores algunas cartas del propio Protector de los Pueblos Libres donde le recriminaba a Manuel Belgrano por su inacción cuando las tropas portuguesas ultimaban el orgullo de los orientales.

No parece casual observar que en el mismo momento en que se decía proclamar la Independencia en julio de 1816, se permitiera, por otro lado y en simultáneo, el desmembramiento territorial del margen oriental del Plata. De tal modo, en una carta fechada el 8 de octubre de 1816, Henry Chamberlain informa al vizconde de la localidad inglesa de Castlereagh que "hay gestiones tendientes a lograr la unidad del Río de la Plata y el Brasil, pero que la Corte lusitana es cautelosa porque no quiere comprometerse con Buenos Aires ni con España", refiere la publicación "Crónica Histórica Argentina N°23 - Independencia", página 190. Y a continuación se lee: "Agrega Chamberlain que si la unión no se logra, la intención portuguesa consiste en conservar la margen oriental del Plata [Banda Oriental], y reconocer la independencia de Buenos Aires bajo la protección del gobierno de Portugal, ansioso de destruir la influencia europea [española] en su vecindad". A renglón seguido, San Martín iniciará una fantástica guerra contra los españoles por Chile y Perú... Otra versión, muy relacionada con todo lo que aquí se dice, por cierto, que aparece documentada en la obra "Política Lusitana en el Río de la Plata", Tomo III, página 319, Archivo General de la Nación, sostiene que Inglaterra al permitir la reposición en el trono español a Fernando VII en 1813, le quita paulativamente apoyo a los "revolucionarios" de mayo de 1810 -todos sabemos el silencioso final que tuvieron los Moreno, Saavedra, Juan Larrea y otros-, para luego, ante la amenaza de una expedición española al Plata, lo que ya era algo casi imposible, tejer secretas alianzas entre porteños y portugueses para lograr los objetivos que siguen:


1) Eliminación de José Gervasio Artigas por tratarse del principal problema para la política entreguista de Buenos Aires. Es decir, el gobierno de Buenos Aires le solicita a Portugal que lo ataquen al Portector de los Pueblos Libres porque se decía que la Banda Oriental estaba en estado de "anarquía" o "rebeldía" -esta era la excusa, por supuesto-. También esto sirvió para otra excusa: "impedir el desembarco de los españoles que querían recuperar su antigua colonia de ultramar".

2) Por ende, a la infame invasión lusitana, Buenos Aires tenía que cederle el control de la Banda Oriental a Portugal (pactos son pactos, señores).

3) Continuar con la eliminación sistemática de los pueblos bajo dominio realista, lo que para ello habrían garantizado amplísima libertad a San Martín para expedicionar a Chile y Perú. En buen criollo, teniendo los portugueses el control del margen oriental del Plata, San Martín tenía cuidada sus espaldas.


Es de notarse que, al cabo de unos pocos años de aquél 9 de julio de 1816, derrotado por completo Artigas y, en consecuencia, desamparados en su totalidad los aliados suyos, se dio comienzo inmediatamente a la lucha entre unitarios y federales. Y tampoco parece obra de la casualidad percatarse de que los primeros federales perseguidos y, en menor medida, muertos, fueron aquellos de las viejas provincias que otrora defendiera José Gervasio de Artigas. Ni hablar, lógicamente, de la política de arrasamiento impulsada contra prácticamente todas las Misiones Jesuíticas y sus comunidades. En ello contribuyó el forajido masón e hijo de portugueses, Gaspar Rodríguez de Francia, el dictador del Paraguay.

Por eso, señores, ¿qué fue exactamente lo que ocurrió el 9 de julio de 1816 en el Congreso de Tucumán? Como última y sorpresiva referencia agregaremos que el acta original de la jornada histórica se encuentra desaparecida, y que el 25 de setiembre de 1816 las funciones del Congreso tucumano se trasladaron a Buenos Aires, como en el presente. Todo muy difuso y confuso, como la historia de la Patria.