miércoles, 28 de abril de 2010

12 DE JUNIO DE 1974: UNA REVISION EN TORNO AL ULTIMO MENSAJE TELEVISIVO Y RADIAL DE JUAN PERON

Juan Perón en la desaparecida residencia "Puerta de Hierro", en Madrid.

De los últimos discursos dados por Juan Domingo Perón tras su retorno al país en noviembre de 1972, el que más recuerdos dejó fue el del 1° de mayo de 1974 en la plaza de Mayo. Aquel día, el líder le enrostró a la subversión marxista infiltrada, que respondía ampliamente a la Organización Montoneros, que el movimiento peronista y ella iban por caminos bien distintos. Fue un enfrentamiento que venía madurando, y que, finalmente, tuvo su epicentro esa misma tarde.

La tensión surgida el Día del Trabajador de 1974 desvió la atención en, por ejemplo, la coronación de la nueva "Reina del Trabajo" que tuvo lugar antes del rompimiento entre Perón y la 'Tendencia Revolucionaria'. Solamente la televisión pública registró esa secuencia, olvidada casi totalmente en nuestros días.

En segunda ubicación de importancia, encontramos el discurso que Juan Perón dio el 12 de junio de 1974, el último de su vida, ante imponente cantidad de público que desbordó la plaza de Mayo. Pocos saben el por qué 'eligió' Perón ese día para dar su última alocución al pueblo argentino.

Ese mismo día a las 11:30 horas de la mañana, Juan Perón hablaba en cadena nacional a la ciudadanía, en otro mensaje prácticamente obviado por los historiadores contemporáneos, pero medular porque en él dejó sentado su pensamiento de modo inconmovible, denunciando a los enemigos de adentro y de afuera que impedían la reconstrucción y liberación de la patria, como llegó a decir el entonces presidente de la Nación. Y como veremos más adelante, en un lugar del mensaje hasta insinuó que si su sacrificio para lograr tales metas eran insuficientes, no dudaría en dar un paso al costado y dejar que el pueblo asigne a quien crea que mejor puede resolver los objetivos anhelados.

Cuando el teniente general Perón terminó su discurso televisivo y radial -que, dicho sea de paso, fue también el último que dio en su vida-, la CGT (Confederación General del Trabajo), conmovida por el mensaje dado por el líder justicialista, decidió brindarle su pleno apoyo organizando una manifestación en plaza de Mayo esa misma tarde. Y así fue como surgió el último encuentro de Juan Perón con el pueblo, el 12 de junio de 1974.

El discurso que dio por TV y radio nacionales cerca del mediodía, es por demás interesante y riquísimo en conceptos. Con un altísimo grado de cordura, Juan Perón fustigó a parte de sus "propios partidarios, que poco hacen de efectivo para asegurar la pacificación y realización de lo que debe ser el empeño de los verdaderos argentinos, en las horas decisivas que nos tocan vivir". ¿Qué presidente, acaso, luego de la muerte de Perón, se atrevió a denunciar que parte de la corrupción puede provenir de traidores enquistados dentro de un movimiento o partido político propios? Los discursos del último Perón son, por cierto, imperdibles y llenos de una sabiduría que nunca más se hizo presente en la dirigencia nacional.

Es por ello que transcribimos íntegro ese último mensaje dado por el teniente general Juan Domingo Perón ante los medios argentinos, cerca del mediodía del 12 de junio de 1974:


“Como ha sido mi costumbre, hoy deseo hablar al pueblo argentino sin eufemismos y sin reservas mentales.

“La información, como mi sentido de la realidad, me dicen que en el país está sucediendo algo anormal a lo que debe ser la marcha pacífica y serena de la tranquilidad.

“Parte de esta intranquilidad obedece a causas reales; parte de ella, se ocasiona en la provocación deliberada.

“Existen, sin duda, factores negativos que provocan consecuencias a cuyas causas hay que ponerle remedio; pero ocurren también hechos que sólo obedecen a causas provocadas e invocadas al servicio de una campaña psicológica, con fines inconfesables, desarrollada ante la indiferencia de unos y la desaprensión de otros, pero que provocan un estado de cosas que si bien tienen un objetivo bastardo, no por eso dejan de perjudicar la confianza popular y la firme decisión que el país debe tener en la Reconstrucción y Liberación en que estamos empeñados. Así podríamos estar acercándonos a una lucha cruenta que algunos insensatos intentan provocar, en tanto el gobierno se esfuerza por evitarla.


“Personalmente, he presenciado de cerca esa lucha y conozco sus efectos y sus consecuencias. Todos hablan de que fuerzas foráneas e interiores trabajan por crear trabas a la decisión tomada, pero pocos se ponen al servicio en defensa de esa buena causa, y en ello no hablo de los opositores sino muy especialmente de los propios partidarios, que poco hacen de efectivo para asegurar la pacificación y realización de lo que debe ser el empeño de los verdaderos argentinos, en las horas decisivas que nos tocan vivir.

“Algunos, por mala intención, sirven a la perturbación; otros, lo hacen como idiotas útiles, pero muchos son los que, a sabiendas o sin darse cuenta, sirven a intereses que no son los del país.

“Cuando el 21 de junio del año pasado dije que volvía para servir lealmente a la Patria, tal como lo hiciera toda mi vida, sabía claramente que enfrentábamos un proceso difícil y peligroso, pero también era consciente, entonces, como lo soy ahora, de que no podía regir mi responsabilidad frente al pueblo, que es la única fuerza en la que siempre he confiado para orientar y conducir los destinos del país.

“Yo nunca engañé a ese pueblo, por quien siento un entrañable cariño. Ese es el sentimiento y la relación que me han dado fuerzas para seguir adelante, en medio de las diarias acechanzas y conjuras ridículas, tanto de quienes sueñan con un pasado imposible como de los que desean apurar las cosas. Yo vine al país para lanzar un proceso de liberación y no para consolidar la dependencia. Yo vine al país para brindarle seguridad a nuestros conciudadanos y lanzar una revolución en paz y armonía y no para permitir que vivan temerosos quienes están empeñados en la gran tarea de edificar el destino común. Yo vine para ayudar a reconstruir al hombre argentino, destruido por largos años de sometimiento político, económico y social.

“Pero hay pequeñas sectas, perfectamente identificadas, con las que hasta el momento fuimos tolerantes, que se empeñan en obstruir nuestro proceso; son los que están saboteando nuestra independencia y nuestra independiente política exterior; son quienes intentan socavar las bases del acuerdo social, forjado para lanzar la Reconstrucción Nacional. Son esos mismos que quieren que volvamos a apagar los motores. Son también los que, malintencionadamente, interpretaron mis mensajes o simularon hacerlo para interferir luego la unidad para la reconstrucción, con una supuesta complacencia con los enemigos de este proceso.

“La unidad que propusimos tenía fines muy distintos a los que suponen esas mezquindades. Fue para concretar la liberación nacional y no para darles coraje a los enemigos de nuestra Patria.

“Esa unidad era y es para que el pueblo pueda hacer su voluntad sin obstáculos, y no para que permanentemente deban sortearse las jugarretas de quienes procuran impedir la concreción de los deseos de las grandes mayorías nacionales.

“Por ello creo que ha llegado la hora de reflexionar acerca de lo que está pasando en el país y depurar de malezas este proceso porque, de lo contrario, pueden esperarse horas muy aciagas para el porvenir de la República.

“Como ustedes saben, nosotros propiciamos que el acuerdo entre trabajadores, los empresarios y el Estado, sirva de base para la política económica y social de nuestro gobierno. Lo hicimos con la convicción de que es el mejor camino para lograr, con el aporte de todos, sacar adelante el país.

“Todos los que firmaron en dos oportunidades ese acuerdo, sabían también que iban a ceder una parte de sus pretensiones, como contribución al proceso de la liberación nacional. Sin embargo, a pocos meses de asumir ese compromiso clave para el país, pareciera que algunos firmantes de la Gran Paritaria están empeñados en no cumplir con el acuerdo, y desean arrastrar al conjunto a que haga lo mismo.

“Yo califico a quienes están en esa posición, como minorías irresponsables y los acuso de sabotear la Reconstrucción Nacional. No escapa a mi percepción la existencia de irregularidades, a las que procuraremos ponerle remedio cuanto antes.

“Frente a esos irresponsables, sean empresario o sindicalistas, creo que es mi deber pedirle al pueblo no sólo que los identifique claramente, sino también que los castigue como merecen todos los enemigos de la liberación nacional.

“Por nuestra parte, quiero que se tenga la más plena certeza de que los funcionarios oficiales que hayan violado el acuerdo, tendrán su sanción. A este respecto, pido a todos los ciudadanos que denuncien ante la Secretaría de Gobierno de la Casa Rosada, toda irregularidad que conozcan en los órganos gubernamentales.

“Tampoco es nuestro deseo que los vivos de siempre saquen tajada del sacrificio de los demás. Los que hayan violado las normas salariales y de precios, como los que exijan más de lo que el proceso permite, tendrán que hacerse cargo de sus actos.

“A mi juicio, quienes inducen al desorden, están promoviendo la contrarrevolución, y estoy convencido de que el pueblo habrá de combatirlos, como siempre hace con sus enemigos. Sé positivamente que existen algunos problemas reales. ¿Cómo evitarlos, cuando estamos cambiando drásticamente las estructuras de la dependencia, montadas por los empleados de los poderes coloniales? Pero estoy convencido de que esos problemas tienen poco que ver con los que inventan los saboteadores del proceso.

“Los que hace muchos años que estamos en esta labor, sabemos claramente que un 80 ó 90 por ciento de las cosas que se andan diciendo por ahí, son inventadas por los profesionales de la acción psicológica.

“Algunos diarios oligarcas están insistiendo, por ejemplo, con el problema de la escasez y el mercado negro. Siempre que la economía está creciendo y se mejoran los ingresos del pueblo –como sucede desde que nos hicimos cargo del poder- hay escasez de productos y aparece el mercado negro. Lo que subsistirá hasta que la producción se ponga a tono con el aumento de la demanda.

“Por otra parte, el gobierno ha fijado los precios, pero cuando se cobra más de los precios fijados, el que compra debe ser el encargado de hacerlos cumplir, ya que el gobierno no puede estar cuidando el bolsillo de los zonzos, que hacen el juego a los especuladores.

“No hay que olvidar que los enemigos están preocupados por nuestras conquistas, no por nuestros problemas. Ellos se dan cuenta de que hemos nacionalizado los resortes básicos de la economía y que seguiremos en esa tarea sin fobia, pero hasta no dejar ningún engranaje decisivo en manos extranjeras.

“En un año de gobierno, ellos advierten que el pueblo sabe, sin acudir a las recetas de miseria y dependencia, que mejoramos el salario real de los trabajadores, bajamos drásticamente la desocupación y aumentamos las reservas del país.

“Esas sectas minoritarias han llegado a la histeria, y quieren que nos contagiemos para impedir que este proceso de cambio siga avanzando. Si esto sucede en lo económico, no deja de complementarse en lo político-social; no sería mucho avanzar en la autocrítica si dijéramos que, en muchas partes, los hombres de nuestro propio movimiento, en la función gubernamental, tiene la grave falla de sus enfrentamientos, ocasionados unas veces por bastardos intereses personales y otras por sectarismos incomprensibles. A todo ello se suma la fiebre de la sucesión, de los que no comprenden que el único sucesor de Perón será el pueblo argentino que, en último análisis, será quien deba decidir.

“Se ha lanzado a la calle el asunto de la televisión, cuando ya funcionaba una comisión de estudio en la que debía participar el Estado, sus legisladores, los sindicatos de esta especialidad y otros órganos interesados en la mejor solución.

“Sus concesiones han vencido hace dos meses, como también ha vencido el plazo acordado a esa comisión.

“Sin embargo, el Poder Ejecutivo, que es quien debe decidir, ha mantenido una conducta prudente que, lejos de despertar intranquilidad, ha servido para que los órganos publicitarios, al servicio de otros intereses, que no son los del país, lanzaran las más incomprensibles versiones.

“La Universidad es foco de semejantes insensateces. Querían su ley, la tienen y está en plena organización normalizadota. ¿A qué seguir agitando un asunto terminado en lo sustancial? ¿Cómo se explica que ello suceda, solamente con fines extrauniversitarios? Esperamos los concursos para el profesorado. Será preciso asegurar que el resultado de ello sea respetado y defendido por todos, como una garantía para que la Universidad, que valdrá tanto como se vea el valor de su profesorado, pueda organizarse.

“Yo, personalmente, he preparado un estudio sobre el Modelo Nacional, de acuerdo con nuestra doctrina. Ya se comienza a hablar de corporativismo, asunto en el que ni siquiera hemos pensado, aunque creemos justo que la representatividad sea un asunto fehaciente y real para todos los sectores de una comunidad organizada.

“Podría seguir mencionando numerosas cuestiones que se agitan arbitrariamente con fines de perturbación político-social, pero sé que el pueblo argentino es lo suficientemente perspicaz como para saber desentrañar la verdad.

“Cuando acepté gobernar, lo hice pensando en que podría ser útil al país, aunque ello me implicaba un gran sacrificio personal. Pero si llego a percibir el menor indicio que haga inútil ese sacrificio, no titubearé un instante en dejar este lugar a quienes lo puedan llenar con mejores probabilidades. Con esto hago un llamado a todos los que anhelan la paz y la tranquilidad, como a los que comprometieron su responsabilidad al elegirme para presidir el gobierno. Nadie podría entonces llamarse a engaño sobre lo que yo quería, porque en numerosas oportunidades vine anunciando mis intenciones y deseos en actos públicos en la Patria, como en comunicaciones desde el exilio, que también tuvieron estado público. Si me eligieron, imagino que las apoyaban y coparticipaban, como consecuencia, en la responsabilidad de realizarlo. Sin el apoyo masivo de los que me eligieron y la complacencia de los que no lo hicieron, pero luego evidenciaron una gran comprensión y sentido de responsabilidad, no sólo no deseo seguir gobernando, sino que soy partidario que lo hagan los que puedan hacerlo mejor.

“Una campaña psicológica de los elementos negativos de la nacionalidad, aliados a la acción foránea empeñada en anular el despegue argentino, no puede tener éxito si los bien intencionados no defeccionan y apoyan efectiva y dinámicamente al gobierno en sus realizaciones.

“Este apoyo no debe ser pretoriano, sino inteligente y franco, apoyando lo bueno y señalando lo malo, ante quienes lo puedan remediar, pero no sumando la murmuración propia o la perturbación a los que la desarrollan en grupos que bien sabemos en lo que están.

“Ya pasaron los días de exclamar “la vida por Perón”; vivimos momentos en que es indispensable demostrar en hechos sinceros y fehacientes, que estamos dispuestos a servir al objetivo común de todos los argentinos, realizado en paz con un trabajo honrado y permanente, a la vez que neutralizando la acción de los enemigos de la Patria, de afuera o de adentro, empeñados en impedir su reconstrucción y su liberación.

“Duele en el alma y en el corazón argentinos, tener que contemplar un sabotaje de pigmeos que no han llegado a comprender que los innegables éxitos de nuestra política internacional, que nos está llenando de ventajas y de prestigio en el mundo exterior, son parte de un patrimonio nacional que sólo un traidor a la Patria puede combatir, cualesquiera sean las causas que lo impulsan.

“Cuanto estamos haciendo por los intereses, el honor y el prestigio de la República ante todos los países del mundo, depende, en gran parte, del masivo apoyo de nuestro pueblo. Defeccionar en estos momentos, significaría renunciar a todo lo conquistado, para volver a ser una republiqueta sin dignidad y sin grandeza.

“Por eso, cada uno que comparta las inquietudes y fines que perseguimos, no puede ser un testigo mudo de los acontecimientos, sino un protagonista activo y diligente en la defensa de los intereses comunes de los argentinos. Sólo los pueblos calificados con un alto índice de cultura política, pueden llegar a ser artífices de su propio destino. Muchas gracias”.

martes, 13 de abril de 2010

DESAGRAVIO A LEON LORENZO SCASSO, EL ALMIRANTE DE LA SOBERANIA

Almirante León Lorenzo Scasso (1882-1954).

Un calumniador de todo lo nacional y que, entre otras vergüenzas, ha sido uno de los mentores del "realismo periférico", más traidoramente conocido como "relaciones carnales", tan llevadas a la práctica en los años 90 del siglo XX, nos referimos a Carlos Andrés Escudé, ridiculizó en abril de 2009 a uno de los mejores almirantes que ha dado la patria en el siglo XX.

Bajo el título "Gestos y Caricaturas", Escudé redactó una nota para el periódico "La Nación" el 2 de abril de 2009, a veintisiete años de la Gesta de Malvinas, donde se encargó de defenestrar a León Lorenzo Scasso, hombre intachable de la Armada Argentina que abrazó el nacionalismo como ideología, al punto de haber sido, al final de su vida, un formador de cuadros y maestro para los militantes de la Alianza Libertadora Nacionalista (ALN). Recordemos que en las elecciones de 1946, el almirante Scasso fue candidato a senador por Buenos Aires de la nombrada organización. Falleció en junio de 1954.

En la nota referida, dice el masón hebreo Carlos Escudé (lo de hebreo surge de una página que posee su propia familia en Internet) que León Scasso al ser nacionalista estaba "embebido de esa mística xenófoba y paranoica" y que "fue salvado del bochorno por camaradas más prudentes que impidieron que su proyecto malvinero llegara a dañarnos". A renglón seguido, dice que el marino "era nazi, o casi". ¿A qué se refería el cipayo Escudé con lo del "proyecto malvinero"?

Corría febrero de 1942. El presidente de Argentina era Ramón Castillo, un conservador emparentado al régimen del fraude que, no obstante, tenía un dignísimo representante en la cúpula del Ministerio de Marina: el almirante León Scasso. En el mundo se vivía lo más intenso de la Segunda Guerra Mundial, y nuestro país, como era lógico suponer, no estaba ajeno a la misma. En medio de una reunión de gabinete convocada por Castillo, le dirige la palabra a León Scasso, porque le habían llegado rumores de que una flota nacional estaba preparando una expedición para tomar posesión de las Islas Malvinas. Scasso, sin titubear, respondió que la versión era cierta, y se encargó de remarcar que, pase lo que pase, todo quedaba bajo su absoluta responsabilidad.

Según lo que luego sostiene Carlos Escudé, los ministros de Ramón Castillo adujeron que la flota argentina sería rápidamente hundida por la armada británica en caso de concretarse el plan secreto. Y remata el hebreo Escudé con una afirmación subjetiva: "Scasso supuestamente contestó: "Puede ser, pero pasaríamos a la historia"". Al colocar la palabra "supuestamente", Escudé no tiene certeza absoluta de que León Scasso haya dicho lo que él le endilga, por lo tanto incurre en subjetividad pura. Y aunque parezca asombroso, es a partir de esta última frase transcripta que Carlos Escudé intenta decir que la expedición que en 1942 quiso llevar adelante Scasso iba a ser un simple "disparate", comparándolo, según su pensamiento antinacional, con la "extraña" Guerra de Malvinas comenzada el 2 de abril de 1982. No por nada, la nota de Escudé salió publicada a exactos 27 años del desembarco en Puerto Argentino.

En la nota de abril de 2009, Carlos Escudé transcribe un documento donde se sostiene que León Scasso mantuvo un encuentro de media hora con el canciller de Alemania, Adolfo Hitler, en 1937. El propio Escudé afirma que dicha visita no fue un viaje de placer sino, más bien, una que le fue encomendada desde la República Argentina. León Scasso fue en visita oficial a bordo de dos naves que estaban bajo su jefatura: los acorazados "Moreno" y "Rivadavia". Por supuesto, Carlos Escudé ve en esta visita a un "nazi". ¿Y entonces, qué habría que decir del primer ministro inglés Arthur Neville Chamberlain, quien también parlamentó con Hitler en 1938, permitiéndole a éste que se anexara la región de los Sudetes? ¿Y de Jósif Stalin, que pactó con el Führer en 1939 para que tanto la URSS como Alemania se repartieran otros tantos países como Polonia o Lituania? Carlos Escudé difícilmente escriba alguna vez que Chamberlain o Stalin eran "nazis". Sin embargo, con los prohombres de la patria no tiene empacho.


UNA NOTA DEL DIARIO "PAMPERO" DE 1942

El jueves 17 de diciembre de 1942, aparecía en el viejo y aún vigente diario "Pampero" un extenso reportaje que se le hizo al almirante León Scasso. Están vertidos en él una infinidad de conceptos dignos de los tiempos de guerra, aunque adaptados de la mejor forma posible a las aspiraciones que se le podían abrir a la patria.

En ese año de 1942, Argentina seguía manteniendo su neutralidad a rajatabla, posición que, agregamos, le daba al entonces jefe del Ministerio de Marina de la Nación un margen apropiado para proclamar consignas que buscasen mejorar la situación del país en el concierto de las naciones. Por ello, exclamará en la nota: "La índole de la producción argentina representa un privilegio para esta nación en el orden de su comercio internacional y el tráfico que impondrían las necesidades de los demás, cubriría en la medida imprescindible, las necesidades propias, susceptibles también de ser reemplazadas en proporción cada vez mayor, por su desarrollo industrial interno. Todas estas consideraciones obligan a pensar que las dificultades marítimas de las naciones unidas pueden irse aumentando, sin perturbar más allá de lo que ha sucedido hasta ahora el tráfico internacional de la Argentina".

Habiéndosele preguntado sobre la reciente creación de la Flota Mercante del Estado (fines de 1941), decía el patriota Scasso: "La marina mercante propia es y ha sido siempre un anhelo nacional. Está en el interés argentino desarrollarla de acuerdo a sus necesidades y conveniencias. El fenómeno de su creación en tiempo de guerra no es precisamente una improvisación, sino el aprovechamiento de una oportunidad favorable". Y continuaba expresando: "No puede dejarse de reconocer que la intensidad de su tráfico comercial en tiempo de paz justifica, tanto como las necesidades de su propia defensa nacional, el mantenimiento de una marina mercante nacional y la prosecución de una política marítima apropiada".

León Scasso fue uno de los más entusiastas defensores de la neutralidad argentina en la Segunda Guerra Mundial, por ello dirá que "la posición neutral adoptada por el Gobierno y apoyada por todos los argentinos patriotas, no es consecuencia de una especulación de orden material. Obedece a un modo de sentir general de nuestra población tradicionalmente amiga de todos los pueblos de la tierra, sin odios, rencores ni pasiones en contra de ningún extranjero y sin otros intereses inmediatos en la expansión de su esfera de influencia política, que los derivados de su natural y legítimo desarrollo y progreso". A este caballero de los mares argentinos calificó Escudé de "nazi"... Continuaba explicando León Scasso: "No hay por otra parte ningún motivo para que la Argentina deje de ser neutral y sólo dejará de serlo, en contra del país, cualquiera que él sea, que pretenda atacarla o afecte su soberanía o sus intereses, injustificadamente".

Consultado sobre la Madre Patria España, observemos sus conceptos al respecto: "España es para nosotros los argentinos, la madre España, la nación rectora de la Hispanidad, el tronco esencial de nuestra tradición, de nuestro espíritu. Y que, ante ésto, toda especulación de otra índole es secundaria, máxime cuando la nueva España, que es la eterna, jamás como hoy, ha estado tan cerca de la realización plena de su destino".

Atención a lo que afirmaba León Scasso a fines de 1942 sobre "el nuevo orden mundial" resultante de la finalización de la Segunda Guerra Mundial: "Ninguna nación del mundo escapará, a mi juicio, a los efectos de la revolución social e ideológica iniciada con esta guerra. Resulta, para mí, evidente la implantación de un nuevo orden mundial: esta guerra termina una edad en la historia humana, y de la forma como se planteé la nueva época dependerá un mayor bienestar para los pueblos o la caída final a un abismo del que difícilmente se podrá salir sin sentir, más graves aun, los catastróficos efectos a que nos ha conducido el desorden y la desigualdad social que vienen imperando desde que el liberalismo modificó fundamentalmente las bases de la convivencia humana, y favoreció el predominio de grupos interesados únicamente en el desarrollo de una mentalidad materialista entre los individuos".

También expresaba que "en el nuevo ciclo que se abre para la historia del desenvolvimiento mundial, se impone una verdadera renovación universal que ajuste el ritmo social e individual a las nuevas condiciones existentes y a las nuevas exigencias de la vida; adaptar al extraordinario progreso material la existencia del hombre, de todos los hombres de la tierra, para que las colectividades puedan participar de las ventajas en la debida proporción y olvidarse que durante siglos los seres humanos han sido en su mayoría esclavizados en beneficio de una minoría, cada vez más reducida y cada vez más exigente y codiciosa".

Y dejaba un mensaje esperanzador para el mundo, siempre y cuando primara la cordura de sus dirigentes, lo cual jamás ocurrió:

"Es menester, en una palabra, dar a cada individuo su espacio sobre la tierra, y a cada pueblo su sitio bajo el sol. Si el nuevo orden consiguiera ese camino, repercutirá tan favorablemente sobre todos los pueblos, que podrá esperarse, como se ha prometido, muchos siglos de paz".

Que esta nota de desagravio sirva para que los escritores del sistema revean sus hediondas teorías y formulaciones, casi siempre tendientes a visualizar a aquellos hombres que hicieron grande a nuestra patria desde una posición eminentemente argentina, criolla y católica, como meros "nazis", "fachos" o "reaccionarios", cuando no "retrógrados" o "tiranos prófugos".

jueves, 1 de abril de 2010

REVOLUCION DE MAYO DE 1810: FAVORES Y PREMIOS A LORD STRANGFORD


No en balde, los historiadores del revisionismo han sostenido que entre los sucesos de la Revolución de Mayo de 1810 y los vencedores de Caseros de 1852 existe, en más de un sentido, ligazón comprobada y fundamentada para la búsqueda de la erradicación de la cultura hispánica y criolla heredada de España, como también una clara tendencia a construir una nación cuya soberanía se manifiesta solamente en la forma pero no en la esencia de las cosas.

Al referirnos a la 'Línea Mayo-Caseros', y en vísperas del mentado bicentenario de la patria, si pretendemos colocarnos en una posición de esclarecimiento histórico, no debemos ni podemos ofrecer loas a quienes protagonizaron los hechos de la Semana de Mayo, la cual, de algún modo, condujo a la nación por caminos oscuros y poco esclarecidos, a excepción de períodos donde se vieron ejemplares administraciones en las que el interés nacional estuvo por sobre cualquier facción o deseo extraño. Con total franqueza podríamos afirmar que lo que hoy vivimos es una resultante de lo de 1810.

¿Cómo puede creerse, sino, que unos meses luego del 25 de mayo de 1810, los miembros de la Primera Junta de Gobierno hayan homenajeado y premiado a Lord Strangford, el diplomático y agente birtánico que hizo delicias a favor de la Pérfida Albión, para que los acontecimientos de Mayo de 1810 favorezcan a su imperio, comprando voluntades y dejando en claro que tras los despojos españoles ahora pasaba a dominar la situación la finanza inglesa?


HOMENAJE A LORD STRANGFORD

No debe pasarse por alto la injerencia en los sucesos del 25 de mayo de 1810 de Lord Percy Clinton Sydney Smythe, más criollamente conocido como Lord Strangford, un eficaz y oportuno consejero de los hombres de Mayo. En 1801, revistaba como miembro de la Cámara de los Lores, y luego fue designado embajador británico en Lisboa. Allí se granjea la amistad de la corte, a la que obliga a desplazarse al Brasil cuando Napoleón Bonaparte invade Portugal. Ya en tierras brasileñas, Strangford se afinca en Río de Janeiro, lugar desde donde entablará contactos con los futuros revolucionarios de Buenos Aires por intermedio de un agente secreto llamado Manuel Aniceto Padilla. A partir de entonces, Lord Strangford no se apartará de los hechos que iban teniendo lugar en el Virreinato del Río de la Plata, alentando, cuando fue preciso hacerlo, a los integrantes del primer gobierno criollo.

Alimentó, a su vez, la “obediencia” al Rey Fernando VII por parte de los portuarios como una mera estrategia para apaciguar los ánimos de la población, para evitar las sospechosas intenciones inglesas en el Plata. Sin embargo, en su extraordinaria habilidad diplomática, Strangford no perdía ocasión en hacer saber a los revolucionarios de Mayo que, una vez hechos con el poder, era menester darles buenas ventajas económicas al comercio británico.

Producida la revolución, el 20 de febrero de 1811 llegaba la hora del homenaje y reconocimiento hacia su persona. Un documento expedido aquel día, expresaba que “en demostración del singular aprecio con que reconoce y desea responder a su liberales intenciones”, la Primera Junta le otorga a Strangford el título de ciudadano argentino. La corroboración de este hecho se verá reflejada en la misiva enviada por Hipólito Vieytes al Cabildo de Buenos Aires en la fecha antes mencionada. Dice así:

“Excmo. Sor: Le incluye a V. E. esta Junta, la declaración que en acuerdo del día de hoy ha hecho en obsequio de la recomendable persona del Exmo. Sor. Lord Strangford; y V. E. que se halla penetrado de los mismos sentimientos que influyeron a su expedición, dispondrá la práctica de cuanto previene con aquella dignidad que es tan debida, y le corresponde a la representación de V. E.”. La carta estaba firmada por, entre otros, Miguel de Azcuénaga, Domingo Matheu, Juan Ignacio Gorriti y el propio Vieytes.

El reconocimiento a Lord Strangford no quedó allí. Vieytes le expresó a los cabildantes a que convoquen una reunión al día siguiente a las 9 de la madrugada (21 de febrero de 1811), en la Sala Capitular, con la intención de celebrar una fiesta en honor del diplomático inglés. En la misma, deberían estar presentes funcionarios de la Municipalidad y alcaldes, tenientes de los cuarteles, los cuerpos de las guarniciones, prelados religiosos y rectores de los distintos colegios de la ciudad. Se mandaron imprimir esquelas para la convocatoria, y, al decir del propio Hipólito Vieytes, “la concurrencia ha de ser en clase de ciudadanos y sin etiqueta”. Y se le pidió al Alcalde de Primer Voto, don Manuel de Aguirre, que “a nombre del Excelentísimo Cabildo solicite del señor Comandante General de Armas el que franquee una compañía de alguno de los Cuerpos de esta Plaza para evitar con ella cualquier desorden que pudiese ocasionar la concurrencia del Pueblo a un acto que llamará su atención”.

Todos los vocales de la Primera Junta fueron testigos de aquella jornada de homenaje a Lord Strangford, la cual consistió no solamente en una simple reunión para otorgar una carta de ciudadanía sino, más bien, en una demostración de gratitud hacia su colaboración para con la causa. Vale recordar que el diplomático inglés se hallaba en Río de Janeiro.

En un documento en el que se remarca el respaldo que Lord Strangford hizo para la consumación del grito de Mayo, donde, por ejemplo, se dice que “habló a Buenos Aires con respeto y sin lesión de sus derechos” y que “fue espectador con prudente imparcialidad de los primeros esfuerzos de nuestra fidelidad a la Patria y al Monarca”, el Alcalde de Primer Voto, por pedido de la Primera Junta (o Junta Provisional Gubernativa, como también se la denominaba), acuerda sancionar “la investidura de Ciudadano a favor del Exmo. Lord Strangford, con la adjudicación en propiedad de una legua cuadrada en el territorio de este suelo”.

Cuando le notifican estos reconocimientos a Strangford, que se encontraba en Río de Janeiro, éste manda decir en carta del 24 de febrero de 1811 que “no es a mi mérito, y sí a la indefectible bondad de V. E. á quien debo la alta distinción que V. E. me comunica en su apreciable carta. Debo con todo poner en la consideración de V. E. que este mismo sentimiento de deber me impide por ahora el aceptar esta honra”. Con ello, Lord Strangford rechazaba cortésmente el ser proclamado ciudadano argentino y el beneficiarse de una legua cuadrada en Buenos Aires. Según decía en la misma carta, no podía aceptar esos honores sin “recibir yo las órdenes de mi Soberano [Su Majestad Británica]”.

El Cabildo de Buenos Aires y los miembros de la Primera Junta toman conocimiento de esta decisión el día 11 de mayo de 1811. Nunca más se habló sobre el episodio. A todo esto, la correspondencia entre Strangford y los protagonistas de Mayo de 1810 cesó por el año 1815, cuando la mayoría de éstos estaban desterrados o perseguidos. Por curioso que parezca, Lord Strangford nunca llegó a conocer Buenos Aires.