Parece mentira que todavía hoy, en 2008, se ponga en tela de juicio si Juan Manuel de Rosas merece o no ser recordado en algún espacio público de la ciudad de Buenos Aires, o en cualquier otro lugar, por supuesto. Esa duda es la huella más representativa de la educación liberal a que fue sometido el pueblo desde que sus hombres y mujeres iban a la escuela primaria. Ya más adelante, el adoctrinamiento era más fino y preciso, acorde, desde luego, al crecimiento intelectual que daban los años.
El ocultamiento -y la resistencia- a la revalorización del Restaurador de las Leyes va de la mano de otros tantos olvidos manifiestos de patriotas aún menos conocidos que él. Existe una enorme cantidad de valerosos criollos de cuño federal que quedaron sepultados por la ignorancia, la deformación explícita, cretina y canallesca. Hombres de los que apenas sí se tiene una vaga y difusa impresión; algunos jamás fueron retratados, ni homenajeados ni tenidos en cuenta, pese a que dieron lo mejor de sí.
Por eso se celebra un acto tan simple pero significativo como es el de denominar con el nombre de alguien una calle, un monumento, una localidad, un paseo público, una estación de trenes o subtes. Juan Manuel de Rosas fue reivindicado en alguna medida no hace tanto, al llevar una estación de subterráneos porteños su ilustre nombre. Pero, ¿es suficiente eso? ¿Qué hay de su reparación histórica, de su legado nacionalista? En la calle, por desgracia, su sola mención causa una repulsa incomprensible aunque pacientemente elaborada por la pedagogía colonial de sus vencedores de adentro y de afuera.
Cuando en 1857 se le montó en su contra un juicio espectáculo en ausencia, por el cual se lo declaró "traidor a la Patria" a Rosas, el argumento del diputado unitario salvaje Nicolás Albarellos fue el siguiente:
"Rosas, señor, ese tirano, ese bárbaro, no era considerado así por las naciones europeas y civilizadas, y pasando ese juicio a la posteridad se pondrá en duda, cuando menos, esa tiranía bárbara y execrable que Rosas ejerció entre nosotros.
"No puede librarse a la Historia el fallo del tirano Rosas. ¿Qué dirá la Historia cuando se vea que la Inglaterra ha devuelto a ese tirano los cañones tomados en acción de guerra, y saludado su pabellón, sangriento y manchado, con una salva de 21 cañonazos? La Francia, que hizo causa común con los enemigos de Rosas, que inició la cruzada en la que figuró el general Lavalle, a su tiempo lo abandonó, y trató con Rosas, y también debió saludar su pabellón con 21 cañonazos.
"Yo pregunto, señor, si estos hechos no borrarán en la Historia todo cuanto podamos decir los enemigos de Rosas, si no lo sancionamos con un acto legislativo como esta ley.
"¿Qué se dirá en la Historia -y esto es triste decirlo- cuando se sepa que el valiente almirante Brown, el héroe de la marina de guerra de la Independencia, fue el almirante que defendió la tiranía de Rosas; que el general San Martín, el vencedor de los Andes, el padre de las glorias argentinas, le hizo el homenaje más grandioso que puede hacerse a un militar, entregándole su espada?
"¿Se verá a este hombre, Rosas, dentro de veinte o cincuenta años, tal como lo vemos nosotros a cinco años de su caída, si no nos adelantamos a votar una ley que lo castigue definitivamente con el dicterio de traidor?
"No, señor. No podemos dejar el juicio de Rosas a la Historia, porque si no decimos desde ahora que fue un traidor, y enseñamos en la escuela a odiarlo, Rosas no será considerado por la Historia como un tirano, y quizás lo sería como el más grande y glorioso de los argentinos".
Nada más se puede agregar para intentar comprender por qué Rosas es despreciado...
¿Y qué hay del general Jerónimo Costa o de Severo Chumbita? ¿Y del sargento mayor Cicerón Quiroga? Éste fue colaborador de Ángel Vicente "chacho" Peñaloza, y luchó con él cuando la batalla de Aguadita de los Valdeses en 1863. Allí perdió el "Chacho", y se le tomaron muchos prisioneros, entre ellos Cicerón Quiroga. Ya bajo el poder del uruguayo y mitrista comandante Ambrosio Sandes, Quiroga fue pasado inmediatamente por las armas, según el Registro Oficial de la provincia de La Rioja, Tomo III, páginas 125/6. Corrieron la misma suerte el teniente chachista Nemoroso Moliné y el ayudante mayor don Carmelo Rojas, entre otros. ¿Qué geografía, nomenclatura o recoveco los recuerda a estos patriotas?
Ni el honesto y corajudo coronel Ciriaco Cuitiño es mencionado ya. Hasta los lugares donde pasó gran parte de su vida fueron tirados abajo, como la vieja pulpería "La Paloma", la cual frecuentaba y que se situaba cerca de donde vivía, en el barrio de San Telmo, Buenos Aires. Hasta la década de 1960 se tienen registros del lugar entonces derruido, echado al abandono más escandaloso, antes de que las piquetas y el despropósito hicieran el resto.
Ni el honesto y corajudo coronel Ciriaco Cuitiño es mencionado ya. Hasta los lugares donde pasó gran parte de su vida fueron tirados abajo, como la vieja pulpería "La Paloma", la cual frecuentaba y que se situaba cerca de donde vivía, en el barrio de San Telmo, Buenos Aires. Hasta la década de 1960 se tienen registros del lugar entonces derruido, echado al abandono más escandaloso, antes de que las piquetas y el despropósito hicieran el resto.
Otro gran olvidado en los lugares públicos argentinos es José Santos Guayama, el leal teniente coronel del caudillo Felipe Varela, quien ni en su San Juan natal parece ser recordado. Menos podría esperarse una reivindicación hacia su persona colocándosele el nombre suyo a una calle de cualquier ciudad argentina. ¿Por qué no recordar al gobernador de Santiago del Estero, el general rosista Juan Felipe Ibarra? ¿Y al santito federal Antonio "el gauchito" Gil?
En Agosto de 2006, el Salón de Actos de la Municipalidad de Lomas de Zamora, en la provincia de Buenos Aires, estuvo cerca de llamarse "Mariscal Francisco Solano López", en lugar de Bartolomé Mitre, su actual denominación. Con furia reaccionó el periódico fundado por Mitre, "La Nación", al enterarse de esta modificación. Casi a finales de 2007, el Ejército Argentino tuvo un gesto elogiable: llamó "Mariscal Francisco Solano López" al Grupo de Artillería Blindada 2, de Rosario del Tala, Entre Ríos.
Jerónimo Costa, por ejemplo, había alcanzado el grado de general cuando la Confederación Argentina, sin embargo pasó a la posteridad con el mote despectivo de "cabecilla de anarquistas", merced al siguiente documento escrito por los "civilizados" Pastor Obligado, Valentín Alsina, Bartolomé Mitre y Norberto de la Riestra en 1856, poco tiempo después de que Costa desembarcara en la localidad de Zárate con 150 criollos para combatir al unitarismo masónico gobernante luego de Caseros. Nótese el vocabulario empleado, tal la divisoria marcada por el infame y desarraigado Sarmiento:
"Habiendo desembarcado en el territorio del estado un grupo de anarquistas, capitaneado por el cabecilla Jerónimo Costa, con el criminal objetivo de atentar contra la autoridad constitucional del mismo, para suplantar a ésta la del terror y barbarie que caducó con el triunfo de Caseros, y siendo necesario que el castigo de tan famosos criminales siga inmediatamente a la aprehensión de los mismos, a fin de dejar sentado un saludable ejemplo para lo sucesivo y satisfecha la vindicta pública que tan enérgicamente se ha pronunciado contra los mismos:
"1° Todos los individuos titulados jefes que hagan parte de los grupos anarquistas capitaneados por el cabecilla Costa y fuesen capturados en armas serán pasados por las armas inmediatamente, al frente de la división o divisiones en campañas, previos los auxilios espirituales.
"2° Los de capitán inclusive abajo, serán remitidos con la seguridad conveniente a disposición del gobierno, para que tengan entrada en la cárcel pública, hasta nueva disposición, salvo aquellos que por circunstancias agravantes deban ser comprendidos en el artículo 1°, en cuyo caso se ordenará lo conveniente.
"3° El ministerio de guerra y marina queda encargado del cumplimiento de este acuerdo, así como de hacerlo saber a los jefes en campaña.-
"Pastor Obligado, Valentín Alsina, Bartolomé Mitre, Norberto de la Riestra".
La violencia del terror y la tiranía unitaria amoldaron a los educadores del nuevo orden, y éstos a la ciudadanía. Y uno de esos adoctrinados en la mentirosa versión liberal y marxista de la historia tuvo un claro exponente al momento de votarse, en días pasados, la ley que permitió la denominación "Juan Manuel de Rosas" a una estación de subtes de la línea B. Un total de 40 votos a favor contra 5 abstenciones dio el veredicto. Ahora, ¿quién pudo abstenerse a la reivindicación del insigne patriota y defensor de la soberanía nacional? Sí, el comunista y progresista de buen pasar y máximo responsable de las 194 víctima del boliche República Cromagnón, Aníbal Ibarra, en su condición de diputado de la ciudad de Buenos Aires.
¡Cuándo no, uniéndose, en el pensamiento antiargentino, los progresistas con los liberales más recalcitrantes! El diputado unitario salvaje Albarellos ayer, sumado al ex jefe de Gobierno porteño Ibarra hoy, siguen predicando la envenenada postura del miserable sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento.
1 comentario:
Intimamos a quitar de este blog la portada del CD Francisco Solano López "Mariscal de América" de Claudio Bustos al plazo de 48 horas, utilizado sin autorización y modificandolo en su original.
Cumplido este plazo, nos veremos en la obligación de tomar medidas judiciales en su contra para preservar nuestros derechos.Arte Compartido (Sello Editorial)
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