En "Montoneras y Caudillos en la Historia Argentina", el buen patriota Atilio García Mellid sostenía, quizás como tesis principal, que la historia argentina tuvo cuatro montoneras, las cuales estallaron a su debido momento. Esas fueron: la montonera federal, que introdujo un incipiente y primerizo atisbo de civilidad para la Patria; la montonera "ilustrada", la peor, diremos, pues es la que sobrevino luego de la caída de Rosas y con el apoyo de la masonería; la montonera radical, que surge bajo el radicalismo de don Hipólito Yrigoyen, tras vencer la etapa fraudulenta y conservadora entreguista y, finalmente, la montonera social, con el advenimiento de Juan Domingo Perón.
Hoy dicha tesis, por cierto, tendría un final abierto e incierto, aunque como bien lo expresa García Mellid, las montoneras cumplen ciclos que comienzan y finalizan. Seguramente que la montonera social hace rato cerró su etapa. Queda ver qué presente y futuro nos espera. Pero más allá de esto, la tesis del revisionista y ex miembro de FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) tiende a relacionar al peronismo fundador con la añeja cultura gauchesca nacional, y no será la única expresión en tal sentido.
El injustamente olvidado Hugo del Carril, por ejemplo, cantó y grabó sendas payadas en honor de Juan Domingo Perón y Eva Duarte de Perón. Ambas piezas ya casi no se escuchan por las radios... Y así se pueden sugerir varios ejemplos más.
Por ello queríamos traer en fecha tan cara para quienes seguimos creyendo en las 20 Verdades del Nacional Justicialismo -hoy tan violadas, deformadas y mancilladas como la propia Constitución Nacional-, algunos versos de un bello poema titulado "Martín Pueblo". Para quienes no lo conocen, el mismo toma elementos del criollísimo "Martín Fierro" de José Hernández, resaltando las penurias del hombre de campo que, hasta antes de la llegada de Perón, no tenía derechos ni Patria. Desplegado el postulado peronista de la Justicia Social, el autor dará cuenta de la felicidad de los olvidados como el imaginario "Martín Pueblo", quienes ahora se sentían integrantes de la Nueva Argentina de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política. "Martín Pueblo" consta de casi 50 páginas, fue escrito por Pedro Maglione Jaimes y publicado en setiembre de 1952 por Ediciones Mundo Peronista. Una auténtica joya, para recordar la jornada del 17 de octubre de 1945, la del "subsuelo de la Patria sublevado" según el gran Raúl Scalabrini Ortiz. De cuando no había traidores, ni infiltrados marxistas, ni cipayos "renovadores" de cuño liberal o transversales:
(...)
El criollo anduvo hasta entonces/ rotoso a más no poder/ y no era posible crér/ que en un páis lleno 'e riqueza,/ a sus hijos la pobreza/ los tuviera que morder.
Porque era granero 'el mundo/ a nuestro páis lo esquilmaban;/ los animales fainaban/ sin respetar ni al cordero;/ no dejaban ni los cueros/ pa saber cuántos faltaban.
Todo estaba preparao;/ trenes y barcos grandotes/ pegando sus largos trotes/ encima 'el agua o la tierra,/ llevaban hacia otras tierras/ lo mejor de nuestros brotes.
Nos quedábamos mirando/ como el que ve un camalote,/ cómo en tales "paquebotes"/ lo que s' eiba no volvía;/ de mirar tanto sentía/ puntadas en el cogote.
-"Pa que votes"- decía yo/ y aclarada la razón,/ véia bien la dirición/ del vino y las empanadas:/ con eso estaba pagada/ ésta y la otra votación.
Y ellos no tenían la culpa./ Pa mercachifles nacieron/ y en todo momento vieron/ el negocio antes que nada;/ la cuenta será cobrada/ a los que todo vendieron.
Daba pena caminar/ al costado de la vía/ porque en ello se alvertía/ que si uno estaba en su tierra,/ otro dirijía esa yerra/ con el fierro que quería.
Preparaban los gobiernos/ como relleno 'e empanadas:/ dende adentro, no había nada,/ de ajuera todo venía/ y sin pagar, se sabía/ cómo iba a ser la llegada.
Dende ajuera nos tocaban/ tambor pa marcar el paso,/ y hasta el menor barquinazo/ de ajuera aquí se sentía;/ llamarle a eso "tierra mía"/ me dolía como un lonjazo.
Muchas veces he penao/ al óir la patria canción,/ que en su hermosa rilación/ de tanta gloria pasada/ parecía una puñalada/ en mi triste condición.
Me quedaba la bandera/ pa verla flamiar altiva;/ se me hacía un nudo 'e saliva/ y mi vista se empañaba,/ pues véia que palpitaba/ como una esperanza viva.
"Pero ha querido el destino/ que todo aquello acabara..."/ y que de pronto llegara/ pa imponerse a los patrones,/ en medio 'e tantos varones,/ uno, que al fin los gritara.
Aura se ha parao la bola/ cansada 'e tanto rodar/ y no hace falta "aguantar/ hasta que nos trague el hoyo",/ porque al final llegó "un criollo/ en esta tierra a mandar".
Es claro que jué un regüelo./ Se vieron todos perdidos/ y dentrando enjurecidos/ con mentiras a insultar,/ trataron de mesturar/ en uno cinco partidos.
En cambio el criollo valiente/ que el pecho puso adelante,/ se vió rodeao al istante/ por los otros descontentos,/ que vivían sin sustento/ en los tristes tiempos de antes.
Jué de ver el espetáculo./ Los pobres menesterosos/ mirados como pestosos/ en la propia tierra de ellos;/ los otros -charlas y cuellos-,/ elegantes y rabiosos.
Encontró el Pueblo a su padre./ Y él, que andaba sin patrón,/ se volcó en una eleción/ sin urnas pa guardar votos;/conservo entuavía las fotos/ de esa noche 'e redención.
(...)
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