martes, 8 de diciembre de 2009

CONSIDERACIONES RELIGIOSAS SOBRE JUAN MANUEL DE ROSAS

Pintura de Carlos E. Pellegrini de 1840. En ella se distingue la primitiva Iglesia de San José de Flores, la cual fue mandada construir en 1831 por el general Rosas. En el frontispicio se leía: "Tú eres nuestra/ Ayuda y Protección/ Ssmo. José". Y debajo, decía: "Construído bajo los auspicios del Exmo. Restaurador Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas".

Los próceres argentinos intachables, como don Juan Manuel de Rosas, siempre fueron eternas víctimas de la apropiación ideológica. Podemos citar como ejemplo, lo que alguna vez dio a entender un ex Gran Maestre de la Masonería, el cual pretendía iniciar una búsqueda de documentos oficiales que den cuenta de la ímproba "afiliación" masónica del Restaurador de las Leyes. Otro caso, bien podría ser el uso abusivo y desleal, tramposo, que hizo de su figura la delincuencia subversiva marxista en la década de 1970 (concretamente, nos referimos a la Organización Montoneros). Con estos dos ejemplos, se pretendió desvirtuar a Rosas de su verdadera esencia, de sus verdaderos valores religiosos, humanos e históricos.

En defensa suya, el señor Raúl Fitte suscribió una carta de lectores el 1° de julio de 2007 en el periódico "La Nación", en el que uno de sus párrafos decía que "nada tiene éste [Rosas] que ver con el progresismo, puesto que era un defensor a ultranza de la tradición y de la religión católica. Puede que la izquierda haya robado algunas cosas accidentales del pensamiento revisionista, pero lo hace justamente por su condición movilizadora, puesto que para la ideología materialista dialéctica, todas las ideas son ideas-fuerza, no importa si son o no verdades, sino por su valor utilitario".

Muy parecida a la opinión anterior, en cuanto a la reivindicación del catolicismo de Juan Manuel de Rosas, se expresaba el Dr. Ricardo Caballero (1876-1963), un viejo político del verdadero radicalismo que actuó allá en la provincia de Santa Fe. Amigo íntimo de don Hipólito Yrigoyen y partícipe de las revoluciones de 1893 y 1903, Caballero "dejó" su opinión en una interesante obra llamada "32 Escritores con Rosas o contra Rosas" (Ediciones Federales, Octubre 1989). Señalaba el antiguo radical lo que sigue: "La religión católica, a la que se mantuvieron fieles las poblaciones del interior, tuvo en Rosas un decidido paladín, contra las ideas que la combatían, las que eran agitadas por los hombres intelectuales del partido Unitario. Como si esta actitud no fuera suficiente para mantener la unidad espiritual del país, sin lo cual no existe más que confusión y logrería, él fue el continuador de la tradición española en la República, con lo que satisfacía el secreto sentir de las masas argentinas: el orgullo de la ascendencia española, el recuerdo respetuoso para el gobierno paternal que había caracterizado a la dominación española en todo el territorio del virreinato. Los unitarios representaban lo contrario". Y sigue expresando Ricardo Caballero: "(...) justo es que reconozcamos, en presencia del resultado de la aplicación de las ideas individualistas y laicas del gobiernos de las sociedades , a cuya crisis final asistimos, en un mundo enloquecido por ellas, que Rosas tenía razón al oponer a la idea unitaria liberal o antirreligiosa, la idea federal de mantenimiento del culto católico...".

En virtud de todo ello, pasamos a señalar algunos aspectos que pintan de cuerpo entero a un Rosas como preclaro defensor de la religión católica en la patria.

El 12 de diciembre de 1832, pocos días antes de finalizar su primer gobierno, el Restaurador de las Leyes decretó honores a San Martín de Tours, el Santo Patrono de la Ciudad de Buenos Aires. Ya desde 1580, cuando tiene lugar la segunda fundación de la actual ciudad capital por Juan de Garay, que San Martín de Tours fue designado como el "Protector y Patrono" de la misma. El decreto aludido decía así:


"Diciembre 12 de 1832
año 23 de la Libertad y 17 de la Independencia.

Considerando el Gobierno cuanto interesa a la dignidad del culto religioso que la función de San Martín, patrón principal de esta ciudad, se celebre con toda la pompa y solemnidad posible, ha acordado y decreta:

Art. 1° A las vísperas y función principal del expresado Santo asistirá precisamente todo el clero secular y regular.

2° La función principal será con asistencia del Gobernador y sus Ministros y demás corporaciones civiles y militares de la Provincia.

3° A las vísperas y función del día concurrirán todos los Maestros de Escuela, llevando cada uno doce de los respectivos alumnos.

4° Durante la novena del Santo se cerrarán todos los días, de las ocho y media á las diez de la mañana los talleres, tiendas, pulperías, almacenes y puestos y demás casas de trato, so pena de veinte y cinco pesos de multa en caso de contravención.

5° En las noches correspondientes á la víspera y día del Santo, todo individuo sea de la clase y condición que fuere iluminará en la forma acostumbrada el frente á la calle de su casa habitación desde las 8 hasta las 11 de la noche.

6° La multa de que habla el Art. 4° será puesta por la Policía, á disposición del Ilustrísimo Sr. Vicario Apostólico para que sea aplicada á los gastos de la misma función.

7° Comuníquese, publíquese, é insértese en el registro oficial.

ROSAS
José María Roxas

[Archivo General de la Nación, Sala X, legajo 44-6-13].


Para ir terminando con esta somera nota, agregamos que luego de finalizado su primer gobierno al frente de la Provincia de Buenos Aires, el 17 de diciembre de 1832, Rosas empezó a organizar las fuerzas expeditivas de la Campaña al Desierto de 1833-1834.

Tan profunda era su convicción de católico, que el Restaurador de las Leyes el día 11 de noviembre de 1833 (día de San Martín de Tours), encontrándose en plena expedición mandó tocar "Diana a las 3 y lo que queda dicho hasta aclarar. Madrugada fresca en calma. Se dio ración de aguardiente a la tropa. Amaneció bueno. Viento fresco. Nubes en parte. A las 12 del día se hizo salvas en celebridad del Santo del día, como Patrono Principal de Buenos Aires. Nadie trabajó.". Esto salió publicado en "La Gaceta Mercantil" el 1° de febrero de 1834. En el libro "San Martín de Tours y Don Juan Manuel de Rosas", de Mario Visiconte (Buenos Aires, 1969), el autor indica que "el presente homenaje a San Martín de Tours ordenado por el Restaurador de las Leyes, en circunstancias tan adversas, es a todas luces encomiable". Y a renglón seguido se lamenta que "tal episodio no haya tenido en los libros de historia argentina, mayor difusión".

Quizás sea por esto último, la no difusión, que muchos estafadores de la memoria histórica hayan pretendido -sin éxito- adueñarse o apropiarse de Juan Manuel de Rosas, despojándolo de su probadísima condición de católico y hasta de su intachable contribución para con la patria.

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