lunes, 22 de noviembre de 2010

LOS UNITARIOS SALVAJES AUSPICIARON EL FUSILAMIENTO DEL CURA GUTIERREZ Y CAMILA O'GORMAN

Famoso cuadro que muestra los momentos previos al fusilamiento de Camila O'Gorman y Wladislao Gutiérrez, en los Cuarteles de Santos Lugares.

Antonino Reyes, argentino nacido en 1813, fue el edecán y secretario de Juan Manuel de Rosas en los Cuarteles de Santos Lugares, cuya ubicación quedaba en lo que hoy sería la localidad de San Martín, provincia de Buenos Aires. Allí había una guarnición de aproximadamente 5 mil a 6.000 soldados y milicianos federales que, de acuerdo a las circunstancias imperantes, salían para los distintos frentes de batalla que se libraban. Desde Santos Lugares partieron, por ejemplo, los ‘Patricios’ de Buenos Aires el 31 de octubre de 1845 con rumbo a Vuelta de Obligado, para defender la soberanía nacional contra los anglo-franceses.

Por el cargo que tuvo el secretario Reyes dentro del sistema federal de gobierno, y más aún dentro de los cuarteles, a él le endilgaron parte de la responsabilidad por el dictamen de la sentencia que recayó sobre el cura Wladislao Gutiérrez y Camila O’Gorman, quienes debían ser fusilados en Santos Lugares, hecho que ocurrió el 18 de agosto de 1848.

Cuando cayó el gobierno de Rosas, empezó la furiosa ‘cacería de brujas’ contra sus antiguos funcionarios, y envuelto en esas desventuras estaba Antonino Reyes. Después del fracasado sitio puesto sobre Buenos Aires por parte de las tropas de un ex federal neto, el general Hilario Lagos, Reyes, que había adherido al mismo, cayó en desgracia y fue conducido a la prisión de la Guardia del Luján. Allí se esperaba condenarlo a muerte por, entre otras causas, el fusilamiento de Gutiérrez y Camila O’Gorman. Finalmente, Antonino Reyes salvó su vida cuando logró fugarse de la prisión el 6 de junio de 1854, relato que dejó sentado en sus exquisitas memorias con una precisión admirable. Cabe agregar que el federal Reyes muere en Montevideo, Uruguay, a los 84 años de edad, en febrero de 1897.


Una joya: los unitarios pedían castigar a los sacrílegos

Valiente y firme, Juan Manuel de Rosas alegó varias veces que él, y nadie más que él, había sido el responsable de determinar la ejecución de Gutiérrez y O’Gorman, a pesar de que varios de los que luego le dieron la espalda (Dalmacio Vélez Sarsfield, Eduardo Líate, etc.) lo habían asesorado en ese sentido. Desde el exilio, el Restaurador le proporcionó a su ex edecán Reyes, cuya vida peligraba seriamente, vasta documentación sobre este tema que había servido para levantar una polvareda innecesaria y tendenciosa.

Muchos años después, cuando las pasiones parecieron aplacarse, vino el momento de revisar el tiempo de la Santa Federación. Gracias a la visión de estadista de Rosas, mentor de la corriente revisionista, pues primó en él el resguardo de los documentos de su gobierno en lugar de sus bienes materiales, vemos que, en el caso del presbítero Wladislao Gutiérrez y Camila O’Gorman, todos los sectores pedían que sean ajusticiados por impíos y apóstatas (más que nada, en el caso de Gutiérrez).

Encontramos una perla de los tiempos que salió publicada en la obra “Vindicación y memorias de Don Antonino Reyes”, Editorial Freeland, Buenos Aires 1974: Es una nota que suscribió el unitario salvaje Dr. Valentín Alsina en el periódico “El Comercio del Plata” del 5 de enero de 1848, en Montevideo, Uruguay. En ella lo trata al cura Gutiérrez de ladrón de joyas de templo, entre otros pormenores. La misma, así decía:

“El Canónigo Palacios está furioso, no con el rapto, sinó con la fuga; porque días antes había prestado al Cura Gutiérrez una onza de oro. En Palermo se habla de todo eso como de cosas divertidas, porque allí se usa un lenguaje federal libre. Entre tanto, el ejemplo del Párroco produce sus efectos. Ayer un sobrino de Rosas, que al principio dijo ser………. y luego se ha dicho ser un hijo de hermana de Rosas, intentó también robarse otra joven hija de familia; pero se pudo impedir a tiempo el crimen. Cualquiera de los dos es de la Escuela de Palermo, donde en esa línea, se ven y se oyen ejemplos y conversaciones que no pueden dar otros frutos. No pueden, vive Dios! pues que aquello, amigos míos…………………….dejémosle sin más decir”.

Tendenciosa la segunda mitad de la nota de Valentín Alsina, como buen fabulador unitario que era. Sin embargo, el tema de Camila O’Gorman era bien conocido por todos y casi no había detalles del caso que escaparan ya a la opinión pública.

En el mismo número de “El Comercio del Plata”, dice otro artículo:

“El crimen escandaloso, cometido por el Cura Gutiérrez, que menciona la carta de nuestro corresponsal, es asunto de todas las conversaciones. La Policía de Rosas aparentaba ó hacía realmente grande empeño por descubrir el paradero de aquel malvado ó de su cómplice, más bien de su víctima.

Persona venida de allí, nos informa que se habían fijado carteles en la Ciudad con la filiación de ambos.- El infame raptor, es, según se dice, tucumano y había sido colocado de Cura en la Parroquia del Socorro, por influjo del Canónigo Palacios.

La familia á quien aquel criminal ha hundido en deshonor y en amargura, pertenece á la Parroquia confiada á tan indigno Párroco. La joven que se dejó seducir por el infame, manifestaba deseos de tomar el hábito de monja. La noche de Navidad, después de haber estado cantando en la Iglesia, desapareció con el raptor. Éste completó su villanía, según se nos asegura, robándose las alhajas del Templo. ¿Hay en la tierra castigo bastante severo para el hombre que así procede con una mujer cuyo deshonor no puede reparar casándose con ella?”.


La obra de Manuel Bilbao, “Vindicación y memorias…”, a renglón seguido, manifestaba lo que sigue: “Así se expresaba el órgano del partido unitario. No encontrar en la tierra bastante castigo para Gutiérrez, era significar ó indicar con suficiente claridad, que debía aplicársele la última pena que reconoce la ley hecha por los hombres, la pena de muerte.

“Hay que convenir entonces, en que los enemigos de Rosas sentenciaban al desgraciado párroco á ser fusilado con ignominia; y que esa sentencia la pronunciaban fuera del poder, desde lo alto de la tribuna de la prensa, en donde no es permitido sostener las monstruosidades de las instituciones salvajes de la época del absolutismo personal, sin abogar por las reacciones que se presentan contra la civilización”.


La historia, una vez más, vuelve a darle la razón a Juan Manuel de Rosas, por más que le pese a muchos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

“Los pueblos nunca saben, ni ven, sino lo que se les enseña y muestra, ni oyen más que lo que se les dice.” (Mariano Moreno)