"Camaradas:
"Consagrado el 1º de mayo como día símbolo de las reivindicaciones de las masas obreras, fué festejado desde entonces y durante el último medio siglo, bajo el signo del odio. Odio condenable, sí, pero cuya verdadera culpa debe imputarse al despiadado capitalismo que provocó ese sentimiento de reacción.
"Ya gobernaba a las naciones el Régimen Liberal, instrumento de una burguesía bajo cuyo despotismo económico sufrió la clase trabajadora una miseria como no conoció antes de la Revolución capitalista. Las frases lapidarias de León XIII y de varios Pontífices que le sucedieron, pronunciadas contra el egoísta capitalismo, cubren cualquier sospecha de demagogia que pudieran despertar mis palabras.
"Sin hacer del judaísmo el chivo emisario de todos los sufrimientos de la clase trabajadora, porque no son todos judíos los culpables de la injusticia social, es indiscutible que el judaísmo es el factor preponderante de esa injusticia.
"Dueño de la banca internacional desde que aquella familia de los banqueros Rostchild decidió desparramarse por las grandes capitales del mundo, los hombres de Israel dominan con el préstamo usurario toda la industria y la producción. Con ese monopolio de la banca determinan toda la economía, condicionando la producción, no a las necesidades de los hombres, sino al lucro personal.
"Y fué el judaísmo quien desencadenó sobre el mundo toda una manera de pensar y de sentir sensualista, anti-heroica y anti-espiritual.
"Los capitalistas cristianos, en parte por salvarse de la competencia ruinosa de una economía desquiciada y deshumanizada, en parte porque resultaron víctimas de aquella banca internacional, y también por un excesivo espíritu de ganancia provocado por el materialismo reinante en un mundo corrompido por esa prédica judía, se hicieron partícipes en el pecado de explotar a las masas trabajadoras.
"Y así, mientras eran judíos los que dominaban la riqueza de los países y mientras su influencia se hacía sentir en los gobiernos -cuando no eran los mismos hombres de Israel los que gobernaban- y mientras daban al arte y a la belleza un sentido materialista y perverso, ¡cosa extraña!, eran también judíos quienes predicaban el comunismo y la revolución social y enseñaban a las masas sumidas en el sufrimiento que su explotación iba a cesar si odiaban a Dios y negaban a la Patria.
"Aparente contradicción, ésta de explotar a los hombres e incitarlos al mismo tiempo a la revuelta!
"Es que el plan de la judería no puede resultar más claro. Adueñada de la riqueza, sometidos a su yugo los gobiernos, corrompidas las costumbres y lanzadas unas clases sociales con otras, fácil será la destrucción de las naciones cristianas para implantar el imperio universal judío y esperar después, de acuerdo a sus profecías malditas, que llegue su Mesías, el Mesías que reemplazaría a nuestro Cristo, ese Cristo que negaron y crucificaron hace 19 siglos.
"La Argentina no iba a sustraerse a la siniestra maquinación. Cayó nuestra economía bajo su garra. Los gobiernos extranjeros de las naciones imperialistas pusieron sus resortes al servicio de la banca internacional, y un día nos despertamos con las manos atadas, comprobando con dolor que no existía ya aquella independencia proclamada por nuestros abuelos. Nuestras fuentes de producción, nuestros transportes, nuestro comercio, todo estaba en manos de los enemigos de la Cristiandad.
"Y el libro y la prensa, como emisarios de esa gente que vendría pronto a inundar nuestros campos y ciudades criollas, llegaron trayendo el mensaje del odio y de la revuelta social. Extranjeros contaminados y agentes ocultos o manifiestos de la judería -la pronunciación gangosa señalaba la casta- se encargaron de desparramar la mala semilla.
"Así apareció en la Patria el comunismo y el odio de clases. Lo que debió ser una resistencia a la injusticia social, lo que debió ser una justificada lucha por la emancipación de los trabajadores, se convirtió, por obra y gracia de la maniobra judía, en una doctrina de odio, de destrucción de la nacionalidad, de ateísmo y de disolución de la familia. Nada extraño que los que no tienen patria y odian a los cristianos porque los cristianos les recuerdan su deidicio, pretendan hacer aparecer al capitalismo que ellos dominan, aliado de Dios y de la Patria.
"Engañados con esa prédica, los trabajadores embanderados en los sindicatos y partidos políticos de izquierda, no gritaron solamente, como tenían todo el derecho, por su pan y por su vivienda, por su liberación y por su dignidad, gritaron a menudo mucho más, contra la Religión y contra la bandera.
"Y frente a las izquierdas, los partidos de derecha se cerraron en su dogma reaccionario. Para ellos el pueblo no tenía derechos, las masas ignorantes no tenían otro destino que el de laborar y sufrir en silencio. Todo el que predicara una transformación social que pudiera afectar los privilegios inauditos del capital, era un comunista. El hombre de trabajo que exigiera el respeto de sus derechos, un anarquista.
"Ya decía el gaucho Picardía en el poema de Martín Fierro:
"Y quiso al punto quitarme/ la lista que yo llevé,/ más yo se la mezquiné/ y ya me gritó... "anarquista/ has de volar por la lista/ que ha mandao el Comité".
"Los conservadores de antes monopolizaron frente a las izquierdas, la idea de la nacionalidad, el sentimiento tradicionalista, pero no comprendieron que la Nación no puede formarse al margen del pueblo, porque así como la historia y el destino constituyen el espíritu de una Nación, el pueblo constituye su substancia.
"En cuanto al viejo radicalismo, que encarnó en un momento las ideas de nación y pueblo, pudo haber sido el precursor de nuestros ideales, pero el régimen liberal y el electoralismo lo perdió para siempre, y hoy yace agonizante en la podredumbre de sus caudillos y en la deserción de sus principios.
"Tocó al Nacionalismo ser el movimiento político que encauzara las reivindicaciones sociales dentro del marco de la Nación. Tenía que ser la juventud de los nuevos tiempos, esta juventud alegre y trágica a la vez, alegre porque marcha con el optimismo de su fe y su amor a la vida, pero trágica en su visible decisión de enfrentar el sacrificio y hasta la muerte en la defensa de sus ideales. Tenía que ser esta juventud de los nuevos tiempos, generosa, honrada y heroica, la que observando la disputa de derechas e izquierdas recogiera lo bueno y apartara lo malo de las viejas banderías. Tenía que ser el Nacionalismo, orientación de una juventud exaltada en el afán de liberar y engrandecer su Argentina, y tocada al mismo tiempo por un sentimiento de irritación y de rebeldía ante la injusticia social imperante bajo el Régimen, tenía que ser ese Nacionalismo el que enfocando el problema de Nación y pueblo dentro de una armonía que conciliaba la supuesta oposición de izquierdas y derechas, hallara la solución capaz de hacer la felicidad del país.
"El 1º de mayo de 1938, unos cuantos estudiantes y obreros de la Alianza de la Juventud Nacionalista, venciendo toda clase de obstáculos y resistencias, se lanzaron a la calle para consagrar pública y definitivamente el sentido popular y social del nacionalismo. Ya la calle dejó de ser monopolizada por la manifestación de las izquierdas. El Nacionalismo habái afirmado públicamente su encauzamiento por la única senda que le da categoría de movimiento nacional y revolucionario.
"Ya perdieron sentido para siempre las voces de derecha e izquierda. Y perdieron sentido porque el Nacionalismo les ha arrebatado lo único que justificaba la postura de cada una de esas fuerzas. Les arrebató a las izquierdas su doctrina de justicia social, filtrándola de las sucias contaminaciones judías. Les arrebató a las derechas su bandera de nacionalidad y tradicionalismo, despojando esos conceptos del sentido reaccionario y antipopular que divorciaba a las derechas de las masas.
"Nacionalistas: Sobre las ruinas de los caducos partidos argentinos y de las perimidas doctrinas de los tiempos viejos, se levantan sólo dos fuerzas capaces de dominar el campo de la patria. Estas dos fuerzas, el Nacionalismo y el comunismo, una nacional, la otra extranjera -aunque tenga entregadores aquí dentro- serán, una o la otra, dueñas del destino de la Nación. Todo lo demás es provisorio y cualquiera sea la fuerza o el partido que tenga los comandos en el futuro próximo, sólo reinará en un interinato, para caer pronto o para abrir paso a una de esas dos fuerzas.
"Sepan los trabajadores argentinos que el comunismo los dejaría sin Dios, sin Patria y sin Hogar; que el comunismo haría de la Argentina un feudo del imperialismo de Moscú. Sepan también que nosotros no hacemos demagogia, y por eso declaramos que habrá, bajo nuestro régimen, propiedad privada; y habrá patronos y obreros, y ricos y pobres. Pero tengan la seguridad de que la propiedad privada estará al servicio de todos los argentinos. Que el propietario será sólo un servidor de los intereses de los que no tengan bienes. Que los patronos serán meros administradores de sus industrias y comercios, con toda la autoridad y jerarquía que es indispensable para la marcha de una empresa, pero también con toda la responsabilidad y deberes del que está sirviendo, no a sus intereses, sino a los intereses de la Nación. Y sepan que los que no supieron dominar su avaricia frente a la miseria de los pobres, una fuerza superior a su fría y calculadora conciencia doblegará su egoísmo y hará que los ricos sean menos ricos y los pobres menos pobres.
"Y como ésta no es la ciudad de Dios sino la ciudad de los hombres, con todos los vicios de la humana naturaleza, un Estado que no responderá a los intereses de ninguna clase, un Estado fuerte, un Estado autoritario pero respetuoso de la dignidad humana, impondrá esa justicia social que hasta ahora no pudo implantar ningún Estado liberal.
"Y será un Estado autoritario para evitar que los económicamente fuertes dominen a los débiles. Un Estado autoritario como es indispensable para liberar y engrandecer a la Nación y para poner coto a la fuerza dominante del dinero.
"Y bajo ese Estado habrá libertad, mucha más libertad que ahora. Habrá la nueva libertad que canta el himno de la Alianza; una libertad distinta a la de ahora, en que mientras la prensa dice lo que quiere y mientras los pretendidos tribunos del pueblo usan y abusan de sus fueros, y mientras los ciudadanos se forjan la ilusión de que eligen su gobierno porque colocan un voto en una urna, el pueblo padece miseria mientras la plutocracia ría a mandíbula batiente de que haya todavía ingenuos que crean que ésta es la libertad redentora del hombre.
"Y a los que por ignorancia, estupidez o canallesca malicia nos llaman partidarios de un régimen político contrario a las bases de nuestra civilización cristiana, digámosle que una juventud como la juventud nacionalista, que ha bebido su doctrina de política espiritual y social, teniendo como fuente la palabra de los maestros de la filosofía católica, no podrá nunca sostener principios contrarios a esa doctrina.
"Camaradas: Que el próximo 1º de mayo nos encontremos otra vez reunidos en esta plaza, donde la estatua del General San Martín se levanta para recordarnos en toda hora nuestro deber de salvar la independencia que él conquistó con sus soldados. Que la sangre de nuestros muertos; que la memoria de estos camaradas cuyos nombres ilustran con su sagrado recuerdo la tribuna de la Alianza de la Juventud Nacionalista, levante nuestro valor para defender lo que ellos defendieron con su vida".
2 comentarios:
Estimados cdas de Aurora me interesaria saber de donde extrajeron el discurso.
Por otro lado los felicito por las publicaciones, sigan adelante.
Estimado Edgardo,
el discurso de el presente posteo fue extraído de la obra "Bajo el Signo Nacionalista" cuya autoría pertenece al propio Bonifacio Lastra. Es una obra de año 1944 y editada por "Alianza", editorial propia de la Alianza Libertadora Nacionalista por aquellos años. Un libro que, por otra parte, imagino de difícil rastreo.
El mismo tiene una serie de conferencias y discursos hechos por el propio autor entre 1941 y 1943, poco después del golpe de Estado nacionalista de Junio de 1943.
Esperamos haber respondido a su inquietud.
Agrupación Patriótica AURORA
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