¿Cuántos recordarán que este próximo 30 de Mayo se cumple un nuevo aniversario de la desaparición física de Raúl Scalabrini Ortiz, uno de los mejores pensadores nacionales de todos los tiempos, verdadero investigador del entramado escabroso colonialista que aqueja, desde tiempos remotos, la soberanía de la Patria y la libertad de su pueblo? No se puede pedir mucho: Argentina, a la que tanto ha tratado de esclarecer Scalabrini Ortiz, está en un cruel estado de sometimiento a la espera del bocado de los poderosos, y esto le impide a sus ciudadanos pensar en él, o en Arturo Jauretche, Leopoldo Marechal o Leonardo Castellani, por sólo nombrar algunos. No es mentira que si reviviera Raúl Scalabrini Ortiz, volvería a morir ante tanta barbarie extranjera y ante tanto conformismo social idiota.
Este excelente argentino nació en la provincia de Corrientes, pero ni bien pisó Buenos Aires decidió recorrer sus calles, de forma solitaria; ingresó a sus bares, se mezcló con lo que más tarde llamará "la muchedumbre argentina", pero nunca se interesó por la figuración ni el éxito banal. Prefirió, más bien, trabajar en silencio, observando y tomando nota sobre los males de la población, ayudando, a su vez, a desmenusar las injerencias foráneas que impedían al ser nacional lograr su plenitud. Aquí vivió pobremente, y pese a tanta claridad intelectual, Scalabrini Ortiz no pareció ser profeta en su tierra.
A grandes rasgos diremos que tras su importantísimo paso por FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), en 1945 vio logradas en gran medida sus aspiraciones cuando irrumpe el Teniente General Juan Domingo Perón a la escena política nacional. Una anécdota lo pinta a Scalabrini Ortiz de cuerpo entero: en 1948, una vez hecha oficial la nacionalización de los ferrocarriles, entonces en manos del vil capital inglés, el pueblo se agolpa en Plaza de Mayo para vivar la nueva conquista social. En medio del alborozo popular alguien identifica a Raúl Scalabrini Ortiz, entonces deciden avisarle para que ingrese a la Casa Rosada y salude al pueblo desde el mítico balcón, lugar donde podía verse a Perón y varios funcionarios. Y el notable pensador les dice que no, que él no va a ir hasta allí, que prefería quedarse festejando con el pueblo en la plaza. Y así fue. En los diez años del peronismo jamás ostentó cargo alguno.
Luego vino la debacle de toda una época, de toda una realización si vale el término. Tras 1955, un apesadumbrado y ya enfermo Scalabrini Ortiz seguirá denunciando, esta vez a los nuevos entreguistas y cipayos que se autoproclamaban "libertadores". El último aporte esclarecedor lo hará publicando diversos artículos para la revista "Qué", acaso una de las poquísimas y valientes expresiones que se animó a desenmascarar la traición.
Una carta de Raúl Scalabrini Ortiz publicada el 1º de Abril de 1958 en la nombrada revista "Qué", poco más de un año antes de su fallecimiento, contenía conceptos que versaban sobre los fenómenos universales que se empezaban a dar, aunque siempre bajo una mirada auténticamente argentina, seguramente para hacerle comprender al hombre común nacional el mundo que se vislumbraba iba a venir, donde el supercapitalismo y el marxismo, amos y señores de la situación, impondrán sus cobardes reglas de juego:
"La lucha de Estados Unidos y Rusia no es más que la crisis del materialismo racionalista, que ha llegado allí a la cúspide de sus posibilidades de creación. Norteamérica y Rusia blanden como banderas justificadoras de sus acciones la magnitud sobrehumana de sus respectivas creaciones materiales. El supercapitalismo norteamericano hizo la primera organización fabril, del mundo. En cuarenta años el comunismo ruso levantó a su pueblo desde el rudimentario primitivismo agropecuario hasta el límite del tecnicismo atómico dotándolo de una increible capacidad industrial. Norteamérica pretendió infundirnos la creencia de que la lucha que se avecinaba era la contienda de Occidente contra Oriente olvidando que el núcleo central de la organización rusa desciende de la mejor raigambre de la raza blanca; y olvidándose también que al presentar su propia lucha, como la lucha de Oriente contra Occidente, se le está ofertando a Rusia la conducción de las inmensas reservas humanas del Asia lo cual constituye una enorme torpeza estratégica y diplomática. Nosotros, argentinos, estamos en el radio de acción de Norteamérica, dentro de lo que ellos consideran su hinterland vital. Vemos con ojos norteamericanos, oímos con oídos norteamericanos. Pero el pueblo argentino sabe defenderse de sus sentidos sociales. Tres siglos de dominación española y siglo y medio de dominación británica, le enseñaron a desconfiar de las verdades que los dominadores proclaman como incontrovertibles.
"Los anglosajones afrontan la lucha con una extraordinaria y casi abrumadora capacidad industrial, pero cometen en cambio el gravísimo error de presentarse a sí mismos como campeones de un sistema económico y social que no podrá sobrevivir, porque han cambiado las condiciones del mundo que lo engendraron y sostuvieron... El capitalismo ortodoxo se basa en un absurdo conceptual, la existencia de una entelequia que se llama capital. El capital es un ente que en la técnica de su propia devoción, en la estricta economía de su finanza, que es como su liturgia, no muere jamás una vez constituido en capital (...) Pero el capitalismo para poder sobrevivir requiere una condición prime e ineludible: que la matriz capitalista sea consumidora de los réditos que obtiene de sus inversiones de capital, reales o supuestos.
"...la matriz del capitalismo es Norteamérica, pero Norteamérica no es consumidora y el sistema ha dejado de funcionar. Estados Unidos asumió y continuó la técnica europea sin analizarla y reacondicionarla a sus características e inició un imperialismo económico cuyo objeto y fines es imposible desentrañar.
"...lo que fuimos -continúa Scalabrini- en nuestros ascendientes confraternizan en nosotros en una alianza de extrañas perspectivas. Algo de nuestra naturaleza nos inclina a ser espectadores no actores del intenso drama que se prepara... en esa pluralidad de origen reside justamente una de las bases más sólidas de nuestra invariable neutralidad.
"Hablo de muchedumbre argentina, es decir de la aspiración genérica de las grandes masas nacionales, porque son las que actualmente dan su pulso a la historia, aunque es preciso reconocer que estos grandes movimientos de multitudes que se sacuden en las pasiones unánimes en que está en juego su propia existencia no es fenómeno típicamente argentino, sino en la particular manera de engendrarse sin dolor en modo expresivo absolutamente exento de odios y rencores y en la vocación de altruismo amplio y magnánimo que las impregna...".
Finalmente, Raúl Scalabrini Ortiz dejaba un lugar para la esperanza, para el resurgimiento de los hombres grises del pueblo: "Los pueblos exigirán cada vez con mayor imperio una participación legítima en su propio destino. Tarde o temprano la democracia exclusivamente política será sustituida por una democracia económica, en que el hombre promedio de las multitudes será la vara de medir de la prosperidad y el juez último que sentenciará sobre la justicia y oportunidad de la causa".
1959 - 30 DE MAYO - 2008 // Q.E.P.D.
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