Acta de la Declaración de la Indepencia argentina del 9 de julio de 1816, escrita en dos idiomas, español y quichua. El acta original desapareció misteriosamente.
Juan Manuel Beruti, que no guarda parentesco alguno con el matón de mayo de 1810, fue un porteño que nació hacia 1777. Su vida no estuvo ligada a heroicas batallas, tan comunes entre los siglos XVIII y XIX, sino que fue un profuso cronista que se la pasó realizando anotaciones de todos los acontecimientos y personajes que veía y frecuentaba. Como una suerte de diario íntimo, si bien no podemos catalogarlo de ese modo, Beruti escribió cientos de páginas que recogen hermosas impresiones acerca del viejo Buenos Aires y de la vieja Argentina hispánica.
Para desgracia nuestra, dichas anotaciones de Beruti han sufrido, al parecer, un extravío entre los años 1829 a 1843, por lo que su riquísima obra testimonial abarca dos etapas: 1) La que va de 1809 hasta 1829, y; 2) Anotaciones desde 1843 hasta el 1° de octubre de 1855. Si tenemos en cuenta que Juan Manuel Beruti falleció un 28 de enero de 1856, entonces estamos diciendo que escribió prácticamente hasta su muerte.
Un caso notable que fue recopilado bajo el título de "Memorias Curiosas", y que mereció ser publicado en uno de los tomos de la famosa colección "Biblioteca de Mayo, Colección de Obras y Documentos para la Historia Argentina" de 1960, editada a los 150 años de producida la Revolución de Mayo de 1810 por la Cámara de Senadores de la Nación.
En medio de tantas anotaciones, dejó consignado los festejos del 9 de julio de 1843, en plena época de don Juan Manuel de Rosas. Así describía aquellas celebraciones en recuerdo de la fecha patria don Juan Manuel Beruti:
"El 9 de julio de 1843. En este día de la independencia, de la República Argentina del poder de España, que se celebra con una solemne función y Tedéum en la santa iglesia Catedral con asistencia de todas las autoridades y formación general de las tropas, de orden del gobierno, se mandaron alistar todos los alcaldes, y sus tenientes de ciudad y campaña, e incluyéndose todos los vigilantes de policía, que por sus cargos estaban exentos del servicio militar; a todos los cuales se les vistió de uniforme de soldados, y formando un batallón de más de seiscientos hombres, se presentaron en la formación con los demás cuerpos de línea en la plaza Mayor de la Victoria; de este principio su resultado será el hacerlos soldados de línea, o veteranos, como sucedió con los serenos en igual caso".
EL ULTIMO 9 DE JULIO
Años más tarde, en 1851, tendría lugar la última celebración del Día de la Independencia aquél 9 de julio. Apenas unos meses más tarde, en febrero de 1852, aquella saludable vida argentina fue aniquilada por los traidores masones y la finanza foránea.
Como un presagio de lo que le aguardaba a la Santa Federación, el 9 de julio de 1851 amaneció con una lluvia torrencial, como si fuera un día triste. Pero sacando fuerzas inimaginables, Juan Manuel de Rosas decide hacer una gran demostración de patriotismo, obviando el infame pronunciamiento del 1° de mayo pasado que hizo el entrerriano Justo José de Urquiza contra la Patria.
Señala Felix Luna en su "Juan Manuel de Rosas. Grandes Protagonistas de la Historia Argentina", que "en las calles, teatros y tertulias se rivaliza por demostrar lealtad al Héroe del Desierto [Rosas], que aceptaba combatir "al traidor Urquiza vendido al oro brasileño", a pesar de su delicada salud". Es verdad, los honestos funcionarios rosistas llevaban sobre sus espaldas casi veinte años luchando en pos de la soberanía, y para 1851 se sentían, si bien vigorosos en sus funciones, fatigados y hasta cansados.
Y el eminente Manuel Gálvez, agrega que ese día festivo "desfilan más de ocho mil soldados y cuarenta y tres cañones, algunos tirados por mulas y montados. Rosas, de poncho y con una espada en la mano, manda las tropas. Cuando desde el paseo de Julio, llamado así, oficialmente, desde 1848, se dirige a la Pirámide, la multitud lo rodea, lo vitorea y le impide avanzar". Gálvez en "Vida de don Juan Manuel de Rosas", sostiene que algunos ciudadanos le dan la mano y otros lo palmean. Los más audaces atinan a abrazarlo. Continuemos leyendo el relato del escritor revisionista:
"Frente a la Pirámide de Mayo, con la espada levantada exclama: "¡A la tierra argentina, salud! ¡Gloria perdurable a los patriotas ilustres que acordaron virtuosos el juramento santo de nuestra Independencia de España y de toda otra dominación extranjera!". Se trataba de una declaración reivindicativa de lo sucedido el 9 de julio de 1816 y, además, una advertencia para el "loco traidor salvaje unitario Urquiza", según la nueva consigna federal que empezaba a utilizarse en los cintillos punzó de las casacas.
Para terminar, y si los lectores no se sienten ofendidos, queremos reivindicar desde este humilde posteo otra independencia que, al igual que la independencia política de 1816, ha perdido su verdadera esencia con el transcurrir de los años. Queremos mencionar que también un 9 de julio pero de 1947, se declaraba la Independencia Económica de la República Argentina. Que valga este recuerdo también, por la vieja y perdida gloria nacional.
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