sábado, 7 de agosto de 2010

ROSAS, SEGUN LA CONGREGACION DE LOS PADRES OBLATOS DE ARGENTINA

Padre Pío Bruno Lanteri, fundador de la Congregación de los Padres Oblatos de la Virgen María.

La Congregación de los Padres Oblatos de la Virgen María fue fundada alrededor de 1816 por el Padre Pío Bruno Lanteri, en Carignano, Italia. Al parecer, fue el rechazo de Lanteri a pertenecer a la Compañía de Jesús la que lo motivó a crear la congregación nombrada. Tan grande fue esta decisión que los ejercicios espirituales realizados en Carignano no daban a basto para atender a los fieles que se acercaban.

Para 1817, el Padre Lanteri redactó algunas normas que debían seguir de allí en más los Padres Oblatos, y al poco tiempo la congregación decidió expandirse a toda la región del Piamonte. Cuando el 24 de agosto de 1818 es nombrado Monseñor Colombano Chiaverotti como Arzobispo de Turín, empezó una suerte de debacle en la Congregación de los Padres Oblatos, pues aquél no estaba muy convencido de la creación de la misma pues no le veía mucha utilidad. El Padre Pío Bruno Lanteri le contestó, entonces, que si bien existían ya muchas congregaciones, ninguna se había dedicado específicamente a la misión con el pueblo, lo cual era algo indispensable para Lanteri. Sin embargo, Lanteri sufrió por esos tiempos la soledad de no ser tenido en cuenta por el arzobispado de Turín.

En mayo de 1820 se disuelve la Congregación de Padres Oblatos de la Virgen María, pero movido por la fuerza de la Fe, el Padre Lanteri empieza a hacer gestiones ante el Papa León XII, el cual, tras varias instancias, reconoce a la Congregación de Padres Oblatos el día 1° de septiembre de 1827. Era la vuelta definitiva de la orden.

El Padre Pío Bruno Lanteri falleció el 5 de agosto de 1830 rodeado de sus religiosos y profesando haber sido hijo de la Augusta Reina de los cielos, es decir, de la Santísima Virgen María. A partir de entonces, los fieles se extendieron por todo el mundo, llegando a asentarse en Argentina.

LOS OBLATOS Y UNA REFERENCIA SOBRE ROSAS

La Congregación de Padres Oblatos desde hace 7 años saca una publicación en la patria que se llama “Esperanza”. En su número 27 del trimestre Julio/Agosto/Septiembre de 2010, sacó una nota en la que hace alusión a la figura del brigadier general Juan Manuel de Rosas. No es muy común encontrar, en una revista católica, una referencia sobre el Restaurador de las Leyes, a pesar de que éste fue, en vida, un cabal hombre religioso y cultor de las celebraciones santas. La nota en cuestión, que aparece en la página 42, dice así:

“ROSAS

El tema en cuestión es complejo, arduo y hasta conflictivo. Quizá no exista en la historiografía moderna un problema tan controvertido, apasionante, utilizado con fines diversos; para la gente común los autores son “Rosistas” o “Antirrosistas”. Lo que no puede negar que lo más grave y cuanto afecta a la historiografía la persona y la obra de Juan Manuel de Rosas: el aprovechamiento de la historia en menesteres extra históricos, tendencia harto común entre los ideólogos, los políticos y los moralistas de todas las épocas proclives a dibujar figuras paradigmáticas del bien y del mal, y valerse de ellas para llevar agua a su molino.

Juan Manuel de Rosas, en uno de sus poquísimos retratos con vestimenta gaucha.

En nuestros días el historiador serio sabe que la verdad es siempre perfectible y sólo considera verdadero aquello que se impone necesariamente a su conciencia al cabo de una investigación minuciosa y una crítica fecunda.

La historiografía moderna ha llegado a la conclusión ponderable: es el historiador y no la historia quien opina, condena, aplaude, justifica, pondera, enaltece. Ahora se habla del juicio del historiador.

Ninguno de los juicios emitidos sobre Rosas, su obra y sus colaboradores tiene carácter convincente. Todos son juicios discutibles, perfectibles, en tanto han sido hechos por hombres de cuerpo y alma que se han referido a otros hombres de cuerpo y alma. Aquéllos y éstos vivieron en sus respectivos momentos históricos, estuvieron condicionados en su acción por circunstancias ambientales peculiares e irrepetibles y se esforzaron por llevar a cabo los proyectos gestados en sus respectivas intencionalidades.

Es hora de acabar con los “ismos”, aceptando la realidad histórica, linda o fea, pero congruente, tal como se presenta al cabo de un análisis profundo, sin omisiones ni agregados por intenciones bastardas. Ese es mi punto de vista y por lo mismo creo que la historiografía equivale a una continua revisión, lo mismo que toda la ciencia moderna, ya que nada autoriza, en el campo científico, a dar sentadas verdades definitivas. Cada historiador, como cada investigador en el campo del saber, aporta su propio juicio, su propia creación. Si no hace eso, no es investigador sino mero repetidor de cosas sabidas. Sin creación no hay posibilidad de avance en la incesante e interminable búsqueda de la verdad.

A.J.P.A.”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En realidad el articulo de la revista es totalmente anodino, se va en generalidades, mas especificamente perogrulladas, que no aportan absolutamente nada.